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¿Qué significan los atentados de Nueva Zelanda un año después para los musulmanes de España?

'Dios bendiga nuestro país, tierra de amor y compasión', reza la pancarta a la entrada de la mezquita Al Nur en Christchurch. © Eka Shinta

El ataque islamófobo contra los fieles de dos mezquitas en Christchurch marcó y marca también a musulmanes que viven a miles de kilómetros. “Supuso el despertar, el decir: os lo estábamos avisando”, explica Aurora Ali, secretaria general de la Asociación Musulmana por los Derechos Humanos en España.

Los atentados en esa localidad neozelandesa del pasado 15 de marzo dejaron 51 fallecidos y 48 heridos. Además del impacto y el dolor por el asesinato de estas personas en todo el mundo, los musulmanes se sintieron particularmente abatidos por el ataque contra aquellos que sienten como hermanos y que habían sido blanco del odio solo por su fe.

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A ello, hay que añadir la sensación de mayor inseguridad que generó entre numerosos musulmanes en España. Los ataques vandálicos a los centros islámicos aquí no son algo nuevo. “Todas las mezquitas que quieran, pueden ser atacadas. Suelen sufrir delitos de odio, vandalismo, cuelgan cabezas de cerdo…”, expone Ali.

Desde la Comisión Islámica de España denuncian desde hace tiempo actos puntuales de vandalismo o delitos de odio contra lugares de culto. Si bien, el presidente de la CIE, Riay Tatary, comenta a Salam Plan que tras los atentados de Nueva Zelanda no ha percibido que haya generado ni más islamofobia ni más apoyo social a la comunidad musulmana en España. Tampoco desde la asociación de Ali se ha notado un incremento de la islamofobia. Pero para ella la seguridad es una cuestión clave que se debe resolver.

La amenaza latente

“Las mezquitas no cuentan con seguridad”, lamenta la secretaria general de la Asociación Musulmana por los Derechos Humanos. Colabora con la Oficina para las Instituciones Democráticas y Derechos Humanos de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) en la elaboración de una guía al respecto. Este documento, que se está finalizando, estará destinado a las fuerzas de seguridad para que proporcionen la seguridad apropiada a los centros culturales islámicos y mezquitas de cada país. Para ello, ha entrevistado a los representantes de 15 centros en distintos puntos de la geografía española y todos ellos han confirmado no sentirse seguros.

Aurora Ali defiende que el Estado proporcione seguridad a las mezquitas, “sobre todo en fechas destacadas, como el Ramadán”. Lamenta que normalmente solo se haya puesto seguridad en el contexto posterior a un atentado. “No porque no haya atentados, hay menos odio islamófobo”, advierte.

Pide también una mayor vigilancia de los “terroristas de extrema derecha en España y que se les procese como tal”. Se refiere, por ejemplo, al caso de un hombre que fue detenido en Valencia por incitar a la islamofobia y en cuya casa se encontró un arsenal de armas. Se procesó como delito de odio. “Si eso mismito lo hiciese una persona que se llama Mohamed, claramente eso sería terrorismo”, denuncia.

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Para el secretario general de la Federación de Comunidades Islámicas Ibn Basarra, Antonio de Diego, los atentados de Nueva Zelanda fueron “una gran llamada de atención”. Este imán y profesor de Historia y Filosofía Política en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla asegura que “vivimos momentos delicados”, con la islamofobia en “su versión más radical”.

De Diego considera que lo que más falta hace es trabajar en la educación y en prevenir los discursos del odio. En las siete comunidades de Andalucía a las que representa, no han detectado la necesidad de tomar medidas de seguridad e indica que puede afectar más a otras comunidades islámicas, según el lugar o localidad en la que se encuentren.

“Sí que se convierte en un fantasma”, admite el imán. El fantasma del miedo, al que también alude Ali. Ella habla de cómo hay personas que acuden a la mezquita a rezar con el temor de que en cualquier momento entre alguien para matarlos. “Emocional y psicológicamente te va afectando”, dice la representante de la Asociación Musulmana por los Derechos Humanos.  

De Diego advierte de que proporcionar medidas de seguridad a todos los centros puede generar un “efecto rebote” provocando sensación de inseguridad donde no la hay. Pero entiende que pueda resultar necesario en algunos lugares.

Ali recuerda que en 2019 ha habido varios atentados planeados o frustrados contra mezquitas en Europa: Noruega, Italia, Alemania… “Casi todas estas mezquitas fueron previamente objeto de delitos de odio”, destaca Ali, algo que sucede en España “con asiduidad”. En 2017 ya hubo sendos atentados contra mezquitas en Occidente: un atentado contra una mezquita en Quebec (Canadá), que dejó 6 fallecidos; y ese mismo año otro ataque acabó con la vida de una persona en la mezquita londinense de Finsbury Park. “Nunca habíamos tenido una amenaza organizada de extrema derecha como tenemos ahora”, advirtió en febrero de 2018 el jefe de la lucha antiterrorista de Scotland Yard.

El discurso de la unidad frente al odio

En cuanto a la educación contra el odio y los discursos del odio a la que aludía De Diego, Ali considera que la cobertura de los atentados de Nueva Zelanda por parte de los medios de comunicación masivos en España fue desacertada. Denuncia que cometieron errores como “dar espacio precisamente a quienes fomentan la islamofobia a través de sus think tanks” o decir el nombre del terrorista y centrarse en analizar sus motivaciones. En su opinión, esto último “humaniza” al asesino y “genera más islamofobia”, pues dejan de lado a las víctimas.

Para Ali, el mejor ejemplo a seguir es la reacción que tuvo entonces la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern: “Dio forma a un nuevo modelo de compromiso contra la islamofobia: vamos a demostraros cómo se puede abrazar a las comunidades atacadas en momentos de crisis”.

Ya entonces Ardern obtuvo buenas críticas en todo el mundo por su gestión y sus gestos: no mencionar el nombre del terrorista, incorporar un texto sagrado del islam en una nota de prensa y llevar el pañuelo en solidaridad con los afectados. Esto último no gustó a todos los musulmanes, pero para Ali “la intención es lo que cuenta: muestra que nosotros somos vosotros”.

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