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La Conferencia Episcopal afirma que “la islamofobia es un atentado contra la vida”

Rafael Vázquez es el responsable de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Foto cedida

El responsable de relaciones interreligiosas de la Conferencia Episcopal Española, Rafael Vázquez, señala en Salam Plan que “la islamofobia, en tanto que supone un rechazo al otro, que es mi hermano, se convierte en problema de todos”. Destaca que “la diversidad nos enriquece y no anula nuestra identidad”.

El pontificado de Francisco está ya marcado por un intenso convencimiento a favor del encuentro con los creyentes musulmanes. Vázquez hace balance de este diálogo tras el reciente viaje del Papa a Irak y recuerda que el encuentro con otras religiones se acordó en los años sesenta del siglo pasado en el Concilio Vaticano II.

Rafael Vázquez ocupa precisamente el puesto de la Iglesia católica en España dedicado a esta tarea: la dirección del Secretariado de la Subcomisión para Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal. “La idea es crear un clima de encuentro, de conocimiento mutuo, de superación de prejuicios y de ser capaces entre todos de crear un clima de fraternidad entre nosotros”, cuenta al teléfono.

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El Papa Francisco ha vuelto a poner sobre la mesa su interés en el diálogo con los musulmanes en su viaje a Irak. A lo largo de su pontificado ha llevado a cabo ya varias iniciativas para promover la fraternidad con el islam. ¿Por qué?

El Papa Francisco está siguiendo el plan que toda la Iglesia católica se propuso en la celebración del Concilio Vaticano II, que se celebró del año 1962 al 65. Ahí hay un documento que se llama Nostra Aetate, en el que la Iglesia valora las relaciones con las distintas tradiciones religiosas, entre ellas el islam.

Reconoce el valor del islam y los puntos en común que tenemos con esta religión a nivel del reconocimiento del Dios clemente y misericordioso, del único creador, nuestra fe común en nuestro padre Abraham, nuestra forma de entender la vida desde una moralidad frente a un día del juicio final… O también otros valores, como la oración, la limosna, la caridad, el ayuno…

Esto, que está en la agenda de la Iglesia católica desde el año 65 y que han seguido también otros Papas, Francisco lo ha tomado como una necesidad hoy en día. Y una necesidad, porque él tiene muy claro que las religiones tienen que aportar al mundo algo bueno.

En este caso, él está convencido de que, desde nuestra fe, podemos crear un ambiente de fraternidad en el mundo. Y para ello, es necesario entrar en diálogo también con el islam, en particular por todos los acontecimientos que hemos vivido, en los que se ha mezclado el terrorismo y la violencia con el islam. Y el Papa está convencido de que el islam está desmarcado del terrorismo y la violencia y que en las fuentes de esta religión hay un fermento de paz que compartimos.

“Todos hablamos de paz, entendimiento y tolerancia, y nos desmarcamos de todas las visiones que instrumentalizan la religión”

En el viaje a Irak, además de reunirse con el líder chií, el Gran Ayatolá Al Sistani, también celebró un encuentro interreligioso en la llanura de Ur, considerada la ciudad natal del patriarca tanto de los cristianos, como de los musulmanes y los judíos, Abraham/ Ibrahim. A menudo se olvidan las creencias e ideales en común y se hace hincapié en las diferencias.

Uno de los momentos más emocionantes, importantes del viaje, ha sido la visita al Gran Ayatolá Al Sistani. Porque es verdad que existen relaciones con el islam sunita y que están avanzadas, incluso se ha llegado a hacer documentos como el de la Fraternidad, que se firmó en Abu Dabi junto con el Gran Imán de la mezquita de Al Azhar, Al Tayeb. Pero esa cercanía no existía con el chiísmo. Precisamente ese encuentro entre el Papa y Al Sistani, ha supuesto la apertura al diálogo con el islam chií.

Este encuentro ha sido uno de los grandes momentos, que después continuó con el encuentro en Ur, considerado tierra santa tanto para los cristianos como para los musulmanes y los judíos. Es la patria de Abraham y, además, la cuna del monoteísmo.

En los diálogos siempre buscamos qué es lo que nos une por encima de las diferencias, que están y son evidentes. Pero estas diferencias no nos impiden entrar en encuentro y poder colaborar en muchos proyectos a favor de la Humanidad.

Y hay ideales esenciales y una actitud ante la vida que también comparten estas religiones.

Claro. Hay una comprensión del ser humano, de la vida misma: para estas religiones la vida tiene un valor sagrado, porque ha sido creada por Dios. En esto compartimos posturas ante el aborto, la eutanasia, la violencia, la guerra… Si somos considerados hijos de Dios y hermanos unos de otros, todos respetamos el valor de la vida. Todos hablamos de paz, entendimiento y tolerancia entre unos y otros, y nos desmarcamos de todas las visiones fundamentalistas, que instrumentalizan la religión y que manipulan los textos sagrados buscando otros fines, que son políticos o geopolíticos o como los quieras llamar.

“La islamofobia es un atentado contra la vida y una falta de respeto a la dignidad de las personas”

Francisco ha señalado anteriormente su preocupación por los “populismos” y los “fundamentalismos”, incluso lo reflejó en el libro Soñemos Juntos. ¿Qué está haciendo la Iglesia católica en España para abordar estos asuntos?

En la encíclica Fratelli Tutti [Hermanos todos] es donde él habla también de populismo. En España, en la realidad que nos toca a nosotros, por un lado es importante que haya un mayor conocimiento entre las distintas tradiciones religiosas para evitar prejuicios, que son los que muchas veces nos alejan. Porque los prejuicios obstaculizan una visión realista de las cosas y del otro y nos hacen mirarlo siempre desde un prisma partidista.

Nosotros estamos fomentando el conocimiento mutuo. En febrero tuvimos unas jornadas dedicadas a la fraternidad con el islam, donde han participado expertos. Estas jornadas han estado dedicadas a todos los sacerdotes que están trabajando en las diócesis en las relaciones interconfesionales. Esperamos que, poco a poco, este conocimiento mutuo y este deseo de diálogo vaya dando sus frutos.

Estamos en contacto con todas las asociaciones musulmanas que hay en España, con la Comisión Islámica, con fundaciones como la de Alul Beyt, por ejemplo, que es chiíta. Ayer [por el jueves de la semana pasada] estuve con ellos haciendo un análisis del significado del viaje del Papa a Irak.

Hay otras iniciativas de encuentro, entre jóvenes de mezquitas y jóvenes de parroquias, que son pequeños todavía pero es muy significativo. Incluso hay lugares donde se han hecho campamentos interreligiosos con niños.

La idea es crear un clima de encuentro, de conocimiento mutuo, de superación de prejuicios y de ser capaces entre todos de crear un clima de fraternidad entre nosotros.

¿Es la islamofobia un problema de todos? ¿Por qué?

La islamofobia, en tanto que supone un rechazo al otro, que es mi hermano, se convierte en problema de todos. No se puede construir una sociedad fraterna cuando hay desprecio por etnia o por religión o por cuestión de sexo. Es un atentado contra la vida y una falta de respeto a la dignidad de las personas. Estamos luchando contra todo esto, contra cualquier tipo de discriminación en la sociedad, está claro.

“La diversidad nos enriquece y no anula nuestra identidad”

El antisemitismo, por ejemplo, también está aflorando de nuevo en Europa. ¿Qué hace falta para acabar con él?

Hay grupos que se radicalizan en sus posturas, que tienen poca perspectiva de la Historia, porque ya sabemos el año que han hecho todas estas posturas fundamentalistas a lo largo de toda la Historia… Hoy en día tenemos que aprender a convivir con la diversidad, que no es nunca una amenaza. La diversidad nos enriquece y no anula nuestra identidad.

A veces el miedo a lo diverso, al otro, hace que haya quien se aferre a esas posturas que intentan reafirmar una identidad. Pero no podemos construir una identidad por contraposición al otro. Al contrario: la identidad de todos nosotros se construye en relación con los demás. No nos entendemos si no es con la confrontación del otro. Y ahí es donde tenemos que aprender a valorar y a enriquecernos con la diversidad.

¿Qué mensaje quiere enviar usted a los cristianos, y también a los creyentes musulmanes y judíos? 

Que compartimos un espacio común. El Papa ponía un ejemplo muy bonito en su viaje a Irak: hacía referencia a la elaboración de una alfombra. Él decía: cada uno pone un hilo, un hilo de un color, y todos nos sentimos parte del conjunto. Esos hilos se van entrelazando y van creando la belleza del dibujo de la alfombra. Esto es lo que pretendemos también en nuestra sociedad.

España ha dejado de ser un país monocromático a nivel de fe: encontramos musulmanes, judíos, cristianos de distintas confesiones. Y tenemos que aprender a entrelazarnos juntos, apreciando el colorido de cada uno de nosotros, sabiéndonos miembros de un proyecto común. Y desde nuestro punto de vista como creyentes, sabiendo que el artista principal es Dios. Y este tiene que ser nuestro elemento fundamental de comunión.

¿Y qué mensaje podría transmitir también a las personas que no son creyentes?

Por encima de que sean creyentes o no, para un creyente el otro siempre es un hijo de Dios y tiene que ser respetado en toda su dignidad. ¿Y qué les pedimos a los no creyentes hacia los creyentes? Pues que seamos respetados también en nuestra diversidad. Y que entiendan que nosotros, desde la fe, también podemos aportar algo muy positivo a la sociedad. El ser creyente no nos sitúa en contra de la Humanidad, sino a favor de la Humanidad.

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