Islam e islamismo no son sinónimos. Tampoco el islamismo es sinónimo de extremismo ni de una vuelta a la Edad Media. La investigadora del CSIC Cristina de la Puente da las nociones básicas para entender las bases de unos términos que en los últimos años están en boca de todos.
Lo hace en el libro Islam e islamismo (Ed. Cataráta- CSIC). La obra busca no solo clarificar conceptos y deshacer tópicos, sino aproximarse a la religión (el islam) y a las interpretaciones para su aplicación en la vida pública y privada de algunas corrientes (islamismo) desde un punto de vista histórico que dará una necesaria visión de conjunto. Motivada por la desinformación que en su opinión ofrecen algunos medios de comunicación, esta doctora en Filología Semítica (Estudios Árabes) e investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) admite que la responsabilidad también está en los políticos y otros actores públicos, como los educadores.
“No se puede simplificar” es un mantra que repite varias veces durante esta entrevista con Salam Plan tras su reciente presentación en Casa Árabe. Aún así, ella misma reconoce que ha sido un “reto” plasmar en solo 100 páginas unos temas tan complejos como ricos que ella, tras años y años de investigación, sigue estudiando para conocerlos más y mejor.
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Usted diferencia la religión -el islam- del islamismo equiparando este último al “fundamentalismo islámico”. ¿Quiere eso decir que el islamismo -es decir, el traslado a la política y vida pública de una interpretación del islam- es necesariamente radical?
No, en absoluto. Es simplemente una reinterpretación, puede ser radical. Hay grupos muy diferentes. La diferencia fundamental es que el islamismo es aquellos musulmanes que quieren que el islam ocupe todos los espacios de la vida privada y pública.
Lo digo, porque el concepto de “fundamentalismo” muchas veces se emplea como sinónimo de radicalismo.
Eso ya es la utilización que uno quiera hacer de la terminología. Fundamentalismo significa la vuelta a los fundamentos de la religión, a sus orígenes. En los primeros reformistas islámicos, tanto en el siglo XVIII como en el siglo XIX, hay un deseo de volver a esas fuentes originales de la religión y reinterpretar o volver a analizar cuál había sido la interpretación del islam hasta el siglo XVIII o XIX. Y juzgar si se había hecho o no correctamente.
Por eso al principio se habla de “fundamentalismo”, que era un concepto que provenía de la ideología cristiana. Hay muchas diferencias de los fundamentalistas cristianos, que por ejemplo tienen un rechazo a las tecnologías que no existe en el islamismo. Y eso es lo que ha hecho que se cree un neologismo para definir cuáles son esos movimientos reformistas.
Dentro de ellos hay grupos pacíficos, grupos que crecen de una reforma social y grupos radicales, que van más allá y consideran que la reinterpretación que ellos han hecho debe imponerse por la fuerza. Son muy heterogéneos, y muchas veces muy dispares en los conceptos teológicos islámicos.
Hay partidos islamistas como el que forma parte de la coalición conocida como el Cuarteto de Túnez, que ha participado en la transición en la que está enfrascada el país y que recibió -junto a sus socios- el Nobel de la Paz.
Sí, sí. Creo que lo dejo muy claro a lo largo del libro, que no todos los movimientos reformistas son radicales. Lo que también es cierto es que mientras que los primeros movimientos reformistas islamistas crean una teología sólida, se publican una serie de libros etcétera, etcétera, hay un momento en el que crecen los movimientos yihadistas y se produce un vacío intelectual: con falta de obras, falta de puesta por escrito de alguna de estas doctrinas, lo cual además crea confusión en la persona que quiera acercarse a estos movimientos por primera vez, tremenda.
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De hecho, el salafismo está en el punto de mira, porque se considera que los terroristas de Daesh o grupos similares beben de esta vertiente islamista. Pero usted explica que el principal fundador del salafismo y admirado por musulmanes de todo el mundo, Muhammad Abduh, “no defendió nunca posturas radicales ni violentas”. Sí señala que su maestro Al Afgani, del que después se distanció, se mostró partidario de “acciones beligerantes ocasionales y aisladas”.
Eso es lo que nos cuenta la historia. Yo no sé lo que pensaría Muhammad Abduh si resucita y ve cómo se han reinterpretado parte de sus doctrinas. Él en absoluto fue violento, no defendió jamás la violencia y en aquel momento los movimientos reformistas fueron muy progresistas desde un punto de vista de los creyentes musulmanes.
“El principal fundador del salafismo no defendió jamás la violencia y en aquel momento los movimientos reformistas (que son los islamistas) fueron muy progresistas desde un punto de vista de los creyentes musulmanes”
¿Cree que es necesario construir un “islam europeo”, como defienden algunos pensadores?
Yo no soy musulmana. Los musulmanes son libres de hacer lo que quieran. Son ellos los que tienen derecho a encauzar la religión o a agruparse como quieran. Yo no intervengo en eso, simplemente lo estudio.
“La ignorancia sobre el islam se ha vuelto peligrosa”, dice en su libro.
Sí, es lo que está pasando. Creo que cuando se analizan fenómenos que suceden deben ponerse en su contexto político y religioso, no confundir un grupo con otro, no confundir una doctrina teológica con otra… porque -entre otras cosas- eso ofende a los creyentes: la generalización o la vulgarización o la confusión; y además nos lleva, en los casos en los que haya que combatirlo, a no hacerlo adecuadamente. El desconocimiento siempre es peligroso en todas las cosas, pero en este caso en que grupos o personas individuales atentan en nombre de una determinada idea, hay que conocer de dónde proceden esas ideas.
Uno de los tópicos sobre los musulmanes es pensar que quien es musulmán es extranjero, o que todos los musulmanes son iguales…
Es que el mundo islámico es gigantesco, pero esa confusión se produce entre los mismos musulmanes. Los musulmanes son mayoría en países que van desde Marruecos hasta Indonesia, que es el país con más musulmanes del mundo. Está el islam en la India, que es numerosísimo. Hay una heterogeneidad enorme en las maneras de entender una religión que es común, pero donde también hay factores culturales muy distintos.
Muchas veces, nosotros hemos identificado el árabe como el islam, y los árabes son el 15% de la población musulmana. Y dentro de los árabes hay zonas, que eso es algo que ignoran muchos musulmanes del norte de África, con presencia cristiana, como en Oriente Medio, donde hay árabes cristianos y árabes judíos. No se puede simplificar.
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Usted apunta en su libro el papel que el colonialismo británico y francés jugó en los países árabes para el surgimiento del islamismo, concretamente del wahabismo y el salafismo.
El colonialismo fue fundamental en el desarrollo de los movimientos islamistas por dos motivos: uno, por la propia percepción de los musulmanes por ser ocupados por gente que venía con otras costumbres y otras ideas. Por una parte, fue la causa de que esos grupos de musulmanes -sobre todo universitarios y cultos, que es donde nacen los movimientos islamistas- percibiesen que los países de mayoría islámica se hallaban sumidos en un atraso sobre todo tecnológico y médico -por ejemplo- importante en relación con lo que venía de las potencias extranjeras. Ellos reaccionaron diciendo ‘estamos mal, pero la culpa no la tiene el islam’ e intentaron analizar qué tenía la culpa.
Otro factor fundamental fue que esas potencias crearon un vacío legal: rompieron con la teología y la jurisprudencia islámica que se había desarrollado desde el siglo VIII hasta el XVIII ininterrumpidamente. Sustituyeron los códigos, las leyes locales, la jurisprudencia islámica, que además era muy poco canónica. Era una jurisprudencia riquísima, con una interpretación muy abierta de las cuestiones no solo religiosas, sino también en materia de derecho penal, civil, de todo tipo… Ellos lo sustituyeron por códigos occidentales, canonizaron la legislación.
¿Qué ocurrió? La jurisprudencia islámica quedó relegada exclusivamente al ámbito de la familia y del derecho civil, lo que hoy llamamos derecho de familia. Esto hizo que ya no hiciese falta que se formasen juristas musulmanes, ulemas, en esos países, porque no se iba a aplicar ni en derecho comercial, ni en derecho penal, etcétera.
“Con el colonialismo, los musulmanes cultos percibieron un atraso tecnológico e intentaron analizar qué tenía la culpa. Además, las potencias extranjeras crearon un vacío legal al romper con la riquísima jurisprudencia islámica y sustituirla por códigos occidentales”
Con lo cual, cuando empiezan a nacer los primeros movimientos islamistas más radicales, ya esto en el primer tercio del siglo XX, no hay una clase religiosa en el mundo islámico que pueda contestar empleando la jurisprudencia islámica, porque no la conocen, ha quedado relegada a ámbitos muy minoritarios, muy intelectuales, que la tratan como una cuestión histórica del pasado.
Teniendo en cuenta que jurisprudencia y teología es lo mismo en el mundo islámico, esto produce un vacío. Muchas veces se percibe que los ulemas y quienes hablan en nombre de la religión islámica conocen muy mal la tradición entre los siglos VIII y el XVIII. Obvian todo ese desarrollo jurisprudencial que produjo unas obras sensacionales y sobre todo una tradición muy rica y muy abierta de todas las cuestiones en materia de derecho.
Por eso es un error decir que el islamismo es medieval porque no es una vuelta a la Edad Media, es al contrario: es una ruptura con todo lo que se produjo en la Edad Media y en la Edad Moderna dentro del mundo islámico.
“El islam es heredero también de la tradición judeocristiana en parte y reconoce a los profetas del judaísmo, incluso a Jesús como a un profeta al que se tiene cariño”
Como comentaba antes, hay millones de musulmanes en todo el mundo y son muy diversos. En España se calcula que hay cerca de dos millones y más del 40% son españoles, aunque siempre se equipare musulmán a extranjero e incluso se hable de islamización de España como un peligro o una amenaza.
Yo es que no veo que tener una religión u otra constituya en ningún caso una amenaza. Es una enorme riqueza tener religiones distintas y convivir a través de las diferentes religiones
Un aspecto bastante desconocido por los no musulmanes, ahora que estamos en época navideña, es que quienes profesan el islam también quieren tanto a Jesús -al que reconocen como profeta- como a María -a quien el Corán dedica un capítulo (o azora) entero-.
El islam es heredero también de la tradición judeocristiana en parte y reconoce a los profetas del judaísmo, incluso a Jesús como a un profeta al que se tiene cariño, como se cree en la virginidad de María, cuando la mitad de los cristianos del mundo la niegan, los protestantes. Es otra muestra de la complejidad de la construcción de las religiones y del desconocimiento del otro, pero es un desconocimiento mutuo: aquí hay un enorme desconocimiento del islam y en los países musulmanes hay un enorme desconocimiento del cristianismo. Se simplifica la visión de Occidente como aquí se simplifica la visión del islam.
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