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El verdadero significado de ‘yihad’ y cómo los terroristas lo incumplen punto por punto

La mezquita de Al Aqsa en Jerusalén es uno de los lugares sagrados del islam. Copyright: SalamPlan.com

La palabra ‘yihad‘ a menudo se presenta como sinónimo de “guerra santa” o “terrorismo”. Ni lo uno ni lo otro. En ocasiones excepcionales las enseñanzas islámicas establecen normas para una defensa militar en caso de ser atacados. Son muy estrictas y prohíben justamente las atrocidades que cometen grupos como Daesh. Además, el Corán insiste en la paz como objetivo prioritario.

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Yihad en árabe significa “esfuerzo máximo”. Aplicado a la teología islámica, se trata del “esfuerzo que hace una persona en los diferentes ámbitos de la vida para alcanzar unos modales éticos que se ponen en práctica de diferentes maneras en el día a día: trabajar y ganarse el sustento de su familia de una manera ética, el esfuerzo en los estudios… (siempre) para servir a la humanidad, mejorar el mundo”, describe el sociólogo y teólogo musulmán, Abdelaziz Hammaoui, a SalamPlan.com, citando ideales que coinciden con el cristianismo y otras religiones.

El Corán afirma, en lo que para los creyentes musulmanes es la palabra de Dios, que no se debe imponer la religión por la fuerza y habla de judíos y cristianos como religiones hermanas. Es más, establece el pluralismo religioso y la diversidad de la humanidad como una voluntad divina: “Oh, seres humanos, os hemos creado hijos de distintos pueblos para que os conozcáis unos a otros”, citó Hammaoui en un foro interreligioso.

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Quien fuera presidente del Centro Cultural Islámico de Valencia y Premio Nacional de Juventud 2013 destaca que antes de dar ese paso del esfuerzo por los demás, lo que pidió el profeta de los musulmanes Mohammed (o Mahoma) fue la lucha contra el propio ego. Esa es la que el islam considera el “yihad mayor”, el esfuerzo para mejorar el interior de uno mismo. Además, están el yihad científico, social, cultural, económico… en todo ámbito, mientras tenga la intención de servir al bien de la sociedad y a Dios.

“Uno de esos campos, ni el más grande ni el más importante, es el derecho de una comunidad a luchar para defender su territorio de un ataque externo”, apunta Hammaoui. Solo en casos así, el islam permite un yihad militar.

Solo se puede ir a la guerra en defensa propia y por orden de un gobernante electo

El exterrorista Hanif Qadir se unió a las filas de Al Qaeda en Afganistán años atrás, pero se desvinculó de la organización terrorista al comprobar el horror que provocaban y volvió a su hogar en Reino Unido. Hoy lucha por la prevención de la radicalización desde su fundación Active Change en ese país. En su libro Preventing and countering extremism and terrorist recruitment- A best practice guide (“Previniendo y combatiendo el extremismo y el reclutamiento terrorista- Una guía de buenas prácticas”, Ed. John Catt Publication), Qadir subraya restricciones explícitas y concretas a la lucha armada según las enseñanzas islámicas: la guerra debe ser declarada por un gobierno legítimo; no puede hacerlo un ciudadano individual, ni un imán ni mucho menos las redes sociales.

En el Corán, existen pasajes que establecieron una serie de leyes de la guerra en un contexto histórico para dirimir en qué estrictas excepciones se puede matar. Principalmente se reduce a la legítima defensa.

El primer pasaje en el que se habla de matar, está en la Sura 2 (190-195, según la traducción del Corán por Julio Cortés en la editorial Herder): “Combatid por Dios contra quienes combatan contra vosotros, pero no os excedáis. Dios no ama a los que se exceden. Matadlos donde deis con ellos, y expulsadlos de donde os hayan expulsado. Si cesan, no haya más hostilidades que contra los impíos (…) Haced el bien. Dios ama a quienes hacen el bien”.

Estas aleyas o versos subrayan en dos ocasiones que nunca debe ser un musulmán el que tome la iniciativa de matar, pero sí permite hacerlo por “la causa de Dios” (causa que se puede defender, según el islam, también con las otras formas de yihad). En la misma línea, el Corán detalla el permiso para combatir bajo tres condiciones básicas (Sura 22, 39-41):

  • “Les está permitido a quienes son atacados”;
  • “a quienes han sido expulsados injustamente de sus hogares sólo por haber dicho ‘¡Nuestro Señor es Dios!’”;
  • decisión de los gobernantes elegidos por el pueblo: “quienes, si les diéramos poderío en la tierra, harían la azalá (oración), darían el azaque (tributo que los musulmanes deben pagar y consagrar a Dios), ordenarían lo que está bien y prohibirían lo que está mal”.

No es casualidad que el autoproclamado califa que fundó el autodenominado «Estado Islámico» (Daesh o ISIS) , Abu Bakr al Bagdadi, eligiera fundar su organización terrorista como si se tratara de un país. Pero ni Bagdadi fue elegido ni el Daesh ha tenido nunca reconocimiento como Estado de ningún gobierno del mundo. Es más, Daesh y la rama siria de Al Qaeda (el Frente Al Nusra) son los dos únicos grupos sobre cuya naturaleza terrorista existe consenso en las conversaciones para la paz en la guerra civil Siria y ninguna parte ha querido incluirlas en esas negociaciones.

La lista de reglas para el yihad militar coincide con todo lo que incumplen los terroristas que afirman matar en nombre del islam: atacar solo en defensa propia, nunca a personas desarmadas, nunca a mujeres y niños, nunca de noche, no mutilar…

El presidente del Consejo Islámico Supremo de EEUU, Muhammad Hisham Kabbani, y el jefe muftí de Ciudad del Cabo en Sudáfrica, Seraj Hendricks, defienden en la web del citado Consejo que el “yihad militar” se plantea como la última opción para proteger la religión: “Se puede desempeñar empleando cualquier medio legal, diplomático, económico o político. Si no hay una alternativa pacífica, el islam también permite el uso de la fuerza, pero hay reglas estrictas”. Las reglas del yihad militar (considerada la ‘yihad menor’) se establecen no solo en el Corán, sino que el principal profeta del islam, Mohammed (o Mahoma), fue muy específico en su época, como cita Hammaoui. Y la lista de condiciones para el profeta coincide con todo lo que incumplen los terroristas que afirman matar en nombre del islam:

  • no atacar a los desarmados,
  • no asesinar o herir a civiles, mujeres y niños,
  • nunca de noche,
  • no destruir cosechas ni matar animales,
  • no mutilar,
  • no atacar lugares de culto,
  • no realizar el yihad solo para presumir…

¿El islam anima a morir matando?

“Los terroristas obligan a lo que ellos llaman yihad en cualquier situación y por lo tanto han secuestrado el término. Luchan sin un gobernante legítimo, matan a quienes no está permitido matar -musulmanes y no musulmanes por igual-, plantan bombas en zonas civiles (y) se suicidan, lo cual está prohibido”, escribe Qadir en su libro. El suicidio es “uno de los mayores pecados, solo estaría por debajo del asesinato: esa gente comete los dos pecados más graves en el islam juntos”, incide por su parte Hammaoui.

“La excusa que encuentran los terroristas es una excusa histórica, no teológica. Se basan en algún suceso histórico de un combatiente musulmán como cuando para infiltrarse en las filas del enemigo, se suicidó para abrir la puerta de una muralla… Es como si cogieras la opinión de un sabio de la época de las Cruzadas y lo aplicaras a hoy. No tiene ningún sentido”, señala.

«La excusa que encuentran los terroristas para el suicidio es una excusa histórica, no teológica. Es como si cogieras la opinión de un sabio de la época de las Cruzadas y lo aplicaras a hoy»

Y lo que es más importante: el islam considera mártir a quienes mueren por su fe en todos los tipos de yihad descritos. “Mártir no es solo el que muere en un campo de batalla. Por ejemplo, si una persona muere de camino a la universidad con esa intención altruista en el campo científico, también lo es”, explica el teólogo musulmán.

Recuerda una fetua (pronunciamiento legal de un erudito musulmán) que fue “muy polémica” hace solo unos años. Estaba relacionada con la causa palestina: “Algunos sabios decían que si el pueblo palestino no tenía otra manera de luchar, se puede permitir inmolarse como excepción. Levantó mucha polémica y no logró una opinión mayoritaria”. En este sentido, Hammaoui recuerda que una fetua no es de obligado cumplimiento, sino solo el Corán y la Sunna (las enseñanzas del profeta).

¿Existe una guerra entre religiones?

Puede parecer que el Corán llame a una guerra entre religiones: “Un creyente no puede matar a otro creyente, a menos que sea por error. Y quien mate a un creyente por error, deberá manumitir (liberar) a un esclavo creyente y pagar el precio de sangre a su familia (…). Y quien mate a un creyente premeditadamente (…), Dios se irritará con él, le maldecirá y le preparará un castigo terrible” (Sura 4, 92-93).

¿Pero el islam permite o anima a matar a los no musulmanes? Hammaoui mantiene que al recopilar todos los textos que hablan del mismo tema, queda claro que su religión condena el acto de matar a cualquier ser humano. “El mismo profeta habla del ‘alma humana sagrada’, sin distinción de su religión”, destaca. El Corán también ofrece una aclaración: “Quien matara a una persona que no hubiera matado a nadie ni corrompido en la tierra, fuera como si hubiera matado a toda la Humanidad. Y quien salvara una vida, fuera como si hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad» (Sura 5, 32).

«Quien salvara una vida, fuera como si hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad» (Sura 5, 32)

Kabbani y Hendricks aseguran que la “yihad no es una declaración de guerra contra otras religiones” y subrayan que “el Corán se refiere específicamente a judíos y cristianos como ‘personas de la Escritura’ que deberían ser protegidas y respetadas”. Ellos consideran que “las tres religiones adoran al mismo Dios” y recuerdan que “Alá solo es la palabra árabe para Dios”.

Hammaoui cita también al profeta Muhammad para subrayar que el islam per se no tiene nada contra los no musulmanes: «Quien matara a un no musulmán que no se haya declarado enemigo combatiente no le llegará ni el olor del paraíso» y «quien hace cualquier tipo de daño a un no musulmán protegido [aquel que vive en territorio islámico], me tendrá como enemigo el día del juicio».

En cualquier caso, los terroristas no distinguen entre matar a musulmanes o personas que profesen otra fe. Para ellos, todos aquellos que no están de acuerdo con su forma de vivir la fe son “infieles”. Basta con recordar el ejemplo del atentado de Daesh contra un templo musulmán (sufí) en Pakistán en febrero de 2017 o las múltiples víctimas musulmanas en el atentado de Niza en 2016 (una de cada tres).

El Corán solo permite combatir en defensa propia

El Corán promete el cielo a quienes “creen y obran bien”, lo que puede incluir en alguna ocasión excepcional -con los requisitos citados y siempre en defensa propia- combatir por su fe. “¿O creéis que vais a entrar en el Jardín sin que Dios haya sabido quiénes de vosotros han combatido [«luchado» en su término más amplio de todo tipo de yihad, según Hammaoui] y quiénes han tenido paciencia?” (Sura 3, 142). En la Sura 4, 75 se amplía el horizonte a la causa y se cita el combate “por Dios y por los oprimidos -hombres, mujeres y niños”.

Hay que tener en cuenta que lo que se traduce como “combatir” en realidad viene de un verbo que en árabe implica la defensa propia. “Combatir en árabe es un término que aunque tiene la misma raíz de matar, requiere de un ataque previo. Siempre tiene que haber un ataque por la otra parte primero”, señala Hammaoui.

Aun en esos casos, el Corán no incitaba necesariamente a matar al enemigo en el contexto histórico en el que fue escrito, sino que bastaba con tomarlos como prisioneros de guerra y liberarlos después: “Cuando sostengáis, pues, un encuentro con los infieles [enemigos o quienes se niegan a creer], descargad los golpes en el cuello hasta someterlos. Entonces atadlos fuertemente. Luego, devolvedles la libertad, de gracia o mediante rescate, hasta que cese la guerra” (Sura 47,4).

¿Emigrar para luchar en otro país?

En cuanto a viajar a Siria para unirse a lo que Daesh denomina yihad, Qadir -el exterrorista de Al Qaeda dedicado ahora a la prevención- señala que tendrían que darse dos condiciones adicionales: el consentimiento de los padres y del líder espiritual de quien se quiere unir a los terroristas. Hammaoui discrepa: «Ahí tiene que haber legislación y (en este caso) la opinión de los sirios cuenta mucho. ¿Y si ellos no quieren que nadie vaya en su defensa? El islam respeta los acuerdos y las legislaciones humanas para la paz mundial».

Puede parecer que el Corán anima a ello: “Los creyentes que emigraron y lucharon por Dios, y quienes les dieron refugio y auxilio, esos son los creyentes de verdad. Tendrán perdón y generoso sustento” (Sura 8, 74). Sin embargo, ello no significa que implique matar en el lugar de destino.

Hammaoui explica: “Daesh se basa en argumentos falsos (para llamar a la migración). Los textos que hablan de la emigración en el Corán se refieren al profeta después del periodo de opresión en Meca, (cuando tuvo que) migrar a Medina para vivir su fe en libertad y paz. Eso hoy no es extrapolable; quizá sí para los rohingya, perseguidos solo por motivos de fe, que migran de Myanmar a Bangladesh. Pero eso no es motivo para matar”.

«Europa sigue siendo un sitio -en términos de libertad- a años luz de cualquier país árabe y por supuesto de Siria, que es un país destrozado y sin libertad»

El teólogo musulmán ejemplifica que en Francia los referentes musulmanes de ese país no animaron a los creyentes musulmanes a emigrar cuando se prohibió el velo en los institutos, “porque la fe es mucho más que eso”. “Es posible que ellos (los terroristas) utilicen la excusa de la islamofobia en Europa y digan ‘os invitamos a un sitio donde podáis vivir la fe en libertad’, pero es un engaño, porque a pesar de todo Europa sigue siendo un sitio -en términos de libertad- a años luz de cualquier país árabe y por supuesto de Siria, que es un país destrozado y sin libertad”.

La paz como prioridad

Ya se ha dicho que el Corán únicamente permite atacar si se ha sido atacado, pero también hace un llamamiento a la paz en esos casos. En un pasaje dedicado a “los traidores”, el Corán pide entre exclamaciones: “Y si se inclinan hacia la paz, ¡inclínate tú también hacia ella!” (Sura 8, 61). En este sentido, el libro sagrado del islam también dice: “Si uno de los asociadores [aquellos que asociaban otros dioses a Dios] te pide protección, concédesela” (Sura 9, 6).

«Si se inclinan hacia la paz, ¡inclínate tú también hacia ella!» (Sura 8, 61)

Julio Cortés explica en su traducción del Corán que en la época en que se escribió, “el pagano [o politeísta] era invitado a abrazar el islam. Durante el tiempo que duraba su instrucción gozaba de protección, que continuaba aun en el caso de no convertirse, hasta que se ponía fuera del alcance inmediato de los musulmanes”.

No se puede negar que el islam habla de la posibilidad de ir a la guerra para defender su fe, territorios o dignidad. Pero igualmente queda claro que solo está indicado en caso de defensa propia como respuesta a un ataque y que no es un objetivo prioritario ni mucho menos la única forma de realizar el yihad, que las limitaciones a la guerra que establecen los propios textos de referencia de esta religión son muchas y que los terroristas de Daesh y otros grupos similares incumplen esas reglas por completo.

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*Artículo actualizado el 29/10/2020.