Donald Trump ha pedido a todas las naciones que se “unan” a Estados Unidos en el “urgente deber moral” de proteger la libertad religiosa. La petición se ha producido durante una conferencia que ha liderado sobre este asunto en las Naciones Unidas, acompañado por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
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Trump defendió que la Primera Enmienda de EEUU -que protege la libertad de credo y de expresión- deja claro que “nuestros derechos no provienen de nuestro gobierno, sino de Dios”. Lamentó que el “80% de la población mundial viva en países donde la libertad religiosa está amenazada, restringida o incluso prohibida».
El porcentaje que cita surge de un informe del Pew Research Center de 2016 en el que este prestigioso centro de investigación social también critica el trato dado en Estados Unidos a los musulmanes y liga directamente a Trump con ello:
“En Estados Unidos, los musulmanes fueron objeto de retórica despectiva y propuestas discriminatorias. En julio, el candidato republicano a la presidencia Donald J. Trump criticó a los padres de un soldado musulmán asesinado en Irak (…). Más tarde ese año, parecía que el presidente electo Trump seguía con sus planes de un veto temporal a la inmigración de musulmanes a Estados Unidos y la propuesta de un requerimiento de que los musulmanes estadounidenses se registraran en una base de datos”, se lee en el resumen del informe.
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Pero el discurso de Donald Trump sobre libertad religiosa este lunes en la sede de Naciones Unidas ignoró su retórica y medidas contra los musulmanes: “Mientras hablamos, judíos, cristianos, musulmanes, budistas, hindúes, siks, yazidíes y mucha otra gente de fe están encarcelados, sancionados, torturados o incluso asesinados, a menudo a manos de su propio gobierno, simplemente por expresar sus profundas creencias religiosas. Es muy difícil de creer”.
Conminó a todos los países del mundo a “poner fin a la persecución religiosa”, “revocar leyes que restrinjan la libertad de religión y credo, proteger a los vulnerables, a los indefensos y a los oprimidos”. El presidente de Estados Unidos aseguró: “Proteger la libertad religiosa es una de mis máximas prioridades y siempre lo ha sido”.
“Revoquen las leyes que restrinjan la libertad de religión y credo, proteger a los vulnerables, a los indefensos y a los oprimidos”
Lo que no mencionó fue el “veto temporal” a los musulmanes que prometió implementar si llegaba a la presidencia y que finalmente ha obtenido una versión vetando a algunos países de mayoría musulmana además de añadir a Venezuela y Corea después de que los jueces declararan ilegal su primer veto.
Sí recordó recientes “atentados diabólicos” contra creyentes en sinagogas en Estados Unidos, en mezquitas de Nueva Zelanda e iglesias de Sri Lanka y urgió a todas las naciones a incrementar las acciones judiciales y los castigos de crímenes contra comunidades religiosas. “No puede haber peor crimen que ese”, dijo.
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Trump anunció una coalición de empresas de EEUU para la protección de “todas las creencias” en el lugar de trabajo, si bien no detalló en qué consistirá. “La verdadera tolerancia significa respetar el derecho de todas las personas a expresar sus profundas creencias religiosas”, señaló antes de asegurar a las víctimas de persecución religiosa que EEUU “siempre estará a su lado”.
El pasado mes de julio, Donald Trump tuvo un breve encuentro con personas que han sobrevivido a la persecución religiosa en distintas partes del mundo. Sentado en su sillón del Despacho Oval y rodeado de ellos, habló con estas personas frente a las cámaras (puedes ver el vídeo oficial aquí).
Las víctimas le agradecieron la oportunidad de ser escuchadas, como Farid Ahmed, una de las víctimas de los atentados de Christchurch contra musulmanes, que se hizo conocido por perdonar públicamente al terrorista que mató también a su mujer. Pero también hubo momentos más peliagudos, como cuando un refugiado rohingya le pidió soluciones para poder volver a su hogar; él y los otros 740.000 miembros de esta minoría musulmana que han llegado a Bangladesh desde 2017 huyendo de la persecución. “¿Dónde está eso (su hogar) exactamente?”, preguntó Trump. Hubo que aclararle que se trataba del Estado colindante de Myanmar. O como cuando preguntó a la Nobel de la Paz Nadia Murad por qué obtuvo dicho reconocimiento. Es una mujer yazidí superviviente de Daesh, que ha traído a la luz pública mundial el genocidio al que este grupo terrorista ha sometido a esta minoría religiosa en Irak.
La ley conocida como “Veto a los musulmanes” o “Veto de viaje” finalmente incluyó países que no son de mayoría musulmana: Corea del Norte y Venezuela. Pero mantuvo Siria, Libia, Yemen, Somalia e Irán con restricciones, incluido el veto total de entrada a Estados Unidos a sirios y norcoreanos. Irak y Sudán, que estaban en la primera ley que trató de sacar adelante antes de que la declararan ilegal en los tribunales, quedaron fuera de la versión final.