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John Bell, exmediador en el conflicto palestino-israelí: “Hay una especie de secuestro de la religión”

El diplomático y antiguo mediador en el conflicto israelí-palestino, John Bell. Foto cedida

El experimentado mediador y diplomático canadiense de origen libanés, John Bell, reflexiona sobre la situación actual en el conflicto israelí-palestino tras el alto el fuego declarado por Israel y Hamas. Evalúa el papel de la religión en los enfrentamientos y aporta posibles llaves hacia el diálogo.

Bell fue director en Jerusalén de una organización dedicada a la resolución de conflictos llamada Search for Common Ground, que “busca una base común”. Durante aquella etapa, articuló junto a palestinos, israelíes y otros expertos internacionales un sistema que posibilitara la gestión común de la Ciudad Vieja, pues es sagrada para tanto para judíos, como para musulmanes y cristianos. También fue diplomático canadiense y de Naciones Unidas, con misiones en Líbano, Egipto o Irak, entre otras.

Actualmente dirige desde Londres la organización The Conciliators Guild, de la que es fundador. En esta “asociación de conciliadores” vuelca su experiencia en un proyecto que busca “devolver la humanidad a la política”.

“Lo que es importante es comprender cómo pensamos, lo que necesitamos en la vida, y lo que buscamos. Si no comprendemos esto tan básico, la vida puede llevarte en cualquier dirección, incluida una manipulada por líderes políticos, por las redes sociales… caemos fácilmente en trampas”, reflexiona en esta entrevista telefónica con Salam Plan.

John Bell atiende a Salam Plan cuando al fin comienza un alto el fuego tras once días de escalada bélica, que también ha provocado enfrentamientos en países como España o Reino Unido. Ya sea a través de discursos de odio, grafitis en templos religiosos, acciones como los pitidos desde coches contra ciudadanos judíos en Londres… En Reino Unido, las organizaciones que monitorean esto han denunciado que los actos de antisemitismo registrados han aumentado un 500% y los actos de islamofobia, un 430% estos días en el país.

“Si no comprendemos cómo pensamos y qué buscamos, la vida puede llevarte en cualquier dirección, incluida una manipulada por líderes políticos, por las redes sociales… caemos fácilmente en trampas”

¿Por qué este conflicto importa o levanta tantas ampollas alrededor del mundo?

Creo que importa mucho por varias razones que se entremezclan. La primera, es que esto se ha prolongado demasiado tiempo, son décadas en las que el conflicto israelí-palestino no se ha resuelto y los palestinos están bajo ocupación. Y la gente está hasta el gorro de esto, especialmente al haberse convertido en una situación en la que, a pesar de la sensación de victimización de judíos e israelíes, la mayoría de la gente ve a Israel como un país poderoso y a los palestinos como un pueblo débil. Así, la opresión está clara.

Sin embargo, el otro asunto es algo más profundo. Creo que está en la mentalidad de la gente, obviamente en Oriente Medio, obviamente en Israel, Palestina, pero también en Occidente. En Occidente, porque la creación de Israel está muy ligada a Occidente. Tanto en lo que se refiere al porqué los judíos se fueron a esa región, como en cuanto a la ayuda del mundo occidental para crear Israel. Así que todo esto está muy metido en nuestra mentalidad: hay culpa, hay rabia, hay una sensación de injusticia perpetrada contra los palestinos… Y creo que todo eso entra en juego.

Mencionaré otros dos factores, que creo que se suman a ello: uno es que ahora hay una tendencia creciente en todo el mundo de lucha contra la injusticia. Ya sea el racismo en Estados Unidos, la injusticia con los refugiados o la injusticia contra los palestinos. Lo que yo veo es una atención creciente y una preocupación hacia los palestinos en ese sentido, y son un pueblo oprimido, desde mi punto de vista.

Un asunto más práctico es que Jerusalén es muy importante. Simbólicamente es más potente. Y no olvidemos que, aunque la batalla, la violencia extrema ha sido en Gaza, en realidad esto no iba sobre Gaza. En realidad, iba sobre Jerusalén. Jerusalén lo provocó, lo que los israelíes estaban tratando de hacer en Jerusalén lo hizo estallar, Hamas disparó sus primeros misiles por Jerusalén… Jerusalén es el tótem simbólico del conflicto entre israelíes y palestinos, incluso a un nivel político-religioso.

“Poner orden en nuestra casa mental es un requisito para, quizá, ser religiosos de forma más inteligente”

Política y religión se entremezclan en este conflicto, lo que al final lleva a que la violencia y la religión se mezclen también. ¿Cómo se podría prevenir esto?

En Oriente Medio, la identidad está en un espectro que puede ser desde lo puramente político -por ejemplo: un comunista en Líbano o Irak-, al político-religioso, en el que la herencia de uno, ya sea musulmán, judío o -de hecho- incluso cristiano, se entremezcla con una ideología política. Por el momento, es una dimensión inevitable de la naturaleza de la política en Oriente Medio.

¿Refleja esto adecuadamente las premisas originales de la religión? Desde mi punto de vista personal, no. Pero muchos discreparían conmigo: ven su religión como una misión de justicia social, como una misión personal.

Así que creo que su pregunta es bastante amplia. Si quiere desenmarañar el papel de la religión en la política, uno tiene que dar un paso atrás para ver cuál es el verdadero propósito de la religión, para empezar. Todas las religiones en Oriente Medio -más el islam y el judaísmo, incluso en lo que se refiere a las escrituras, contienen la descripción de un componente sociopolítico. Por lo tanto, es fácil para sus seguidores tomar eso y llevarlo por ese camino. No es nuevo, se hace desde hace mucho tiempo. Las escrituras cristianas, las escrituras puramente, no son tanto así, pero también hemos visto a cristianos emplear esto a nivel político, ya sea en las Cruzadas o de otra forma.

Así que, desentrañar eso a lo que usted alude, requiere un montón de lo que yo llamo “trabajo cultural” en la región, a un nivel mucho más profundo de comprensión del propósito de la religión y su visión del mundo. En mi opinión, hay una especie de secuestro de la religión.

¿Por dónde tendría que empezar ese ‘trabajo cultural’?

Creo que sería un error por mi parte decir a la gente ‘ésta es la fórmula, aplícala’. Porque eso es justo lo contrario de lo que hace falta hacer. Yo creo que lo que es importante, y éste es el propósito de mi organización, es comprender cómo pensamos, lo que necesitamos en la vida, y lo que buscamos. Si no comprendemos esto tan básico, la vida puede llevarte en cualquier dirección, incluida una manipulada por líderes políticos, por las redes sociales… caemos fácilmente en trampas.

Por eso pienso que ese trabajo cultural debe empezar con un conocimiento mucho, mucho -y lo diré diez veces-, mucho mayor del comportamiento humano. Por qué hacemos X y no Y, por qué pensamos que estamos haciendo X cuando estamos haciendo Y… No lo tenemos nada claro, somos caóticos. Poner orden en nuestra casa mental es un requisito para, quizá, ser religiosos de forma más inteligente. La gente presupone lo que es la religión, su propósito, los que juegan con ella políticamente, como estamos viendo…

Mire el ejemplo viviente: hay algunos judíos que están tomando casas en Sheikh Jarrah o que están evitando que los palestinos [musulmanes] accedan a la mezquita de Al Aqsa, lo que llevó a que escalara este conflicto… Algunos, algunos [enfatiza] estaban actuando en base a la religión. Consideraban que, según su religión, es lo correcto. Yo no estoy de acuerdo, pero uno tiene que preguntarse con ellos, con ellos [enfatiza] qué están tratando de conseguir, por qué están abordando las cosas de esta forma.

Estas preguntas no se plantean lo bastante, así que creo que el ‘trabajo cultural’ comienza ahí. No creo que comience con la Ley. Es necesaria, pero en cierta forma es una respuesta superficial. El comportamiento humano es más importante que la Ley y los derechos.

“Hace falta una solución política que satisfaga lo suficientemente a ambas partes, pero no de manera infinita”

Jerusalén es una ciudad santa para el judaísmo, la cristiandad y el islam. Debería ser un lugar para la paz, porque todas estas religiones abogan por ella, y sin embargo es un lugar para el conflicto.

Es cierto. Viví en Jerusalén, y es una ciudad a la que tengo mucho aprecio y a la que tengo miedo a la vez. Jerusalén es lo que usted dice: una ciudad de fe como en un tríptico. También es potencialmente, y probablemente debería ser, la capital tanto de Israel como de Palestina. Y también es una ciudad. Es decir: la gente vive ahí y necesita agua, electricidad, escuelas… Son seres humanos los que viven ahí, y necesitan un funcionamiento normal. Jerusalén es todas esas cosas y necesita atención a todos esos niveles.

Mientras cualquier grupo desee mirar Jerusalén únicamente como suya, la dimensión de la exclusividad, será un problema. La compartimos de una forma u otra; hace falta llevar a cabo un montón de trabajo sobre el cómo.

Jerusalén no pertenece a ninguna de las tres y a todas ellas. La gente tiene que aprender a vivir con estas contradicciones. Pero la gente quiere respuestas sencillas: ‘esto es mío’, fin. Simplemente creo que eso es un emblema fantástico de cómo necesitamos pensar de forma diferente en el futuro.

Usted ha trabajado durante años por la paz en diferentes proyectos y delegaciones diplomáticas. Uno de esos trabajos fue con la ONG ‘Buscar una base común’ en Jerusalén. ¿Qué encontró?

Trabajé en un proyecto muy largo en la Ciudad Vieja de Jerusalén, que es importante, porque ahí es donde están los lugares sagrados más destacados. Realizamos un proyecto desarrollado por canadienses trabajando estrechamente con israelíes, palestinos y otros expertos internacionales. Diseñamos un ‘sistema de gobernanza especial’ para la Ciudad Vieja, con fuerte involucración de terceras partes no israelíes ni palestinas en la seguridad, la arqueología y algunos de los otros aspectos candentes en cuanto a la gestión de la Ciudad Vieja. Sigo pensando que eso tiene un valor, es parte de la mezcla.

Hace falta seguir trabajando en algo que es muy difícil de abordar, pero crítico: cómo mirar de forma distinta a los apegos religiosos hacia la Ciudad Vieja y los lugares sagrados. Y después, en qué se traduce eso políticamente. Conozco a gente que ha empezado a trabajar en ello. Se haga lo que se haga a ese nivel, debe buscar la mutua satisfacción de las necesidades. Judíos, musulmanes y cristianos, todos ellos deben ser satisfechos de forma suficiente en la Ciudad Vieja.

¿Es eso posible? En mi opinión, sí. El tema no está en si pueden ser satisfechas [esas necesidades]; el tema está en cuán extensas son sus reivindicaciones ligadas a lo que entienden que les corresponde por derecho. Si son demasiado intensas, demasiado extremas, entonces no podremos obtener la satisfacción mutua. Una parte insatisfecha, y eso es causa de conflicto. Después, es ley de vida, tendrás luchas y matanzas. Mientras que si tienes un acuerdo que sea satisfactorio para las necesidades de las partes, entonces habrá mucha más calma.

“Mientras cualquier grupo mire Jerusalén como exclusivamente suya, será un problema. La compartimos de una forma u otra, y hace falta trabajar sobre el cómo”

Benjamin Netanyahu y Mahmud Abbas han sido líderes de ambas partes por mucho tiempo, sin elecciones en la parte palestina y con demasiadas elecciones por la parte israelí (casi quintas elecciones generales en solo un par de años). ¿Cree que unos líderes nuevos podrían ayudar a retomar un camino hacia la paz?

Sí, con todo el respeto a estos señores. Espero que los palestinos e israelíes ahora sepan quiénes son estas personas y lo que pueden hacer. Porque llevan un tiempo por aquí, con lo que ahora son entidades. Sus capacidades, sus deseos, sus fortalezas y sus debilidades son conocidas. Y estamos donde estamos. Por eso diría que sí: hace falta sangre nueva.

No hay soluciones mágicas, nuevos líderes no equivalen repentinamente a algo positivo, porque las sociedades siempre están fragmentadas, divididas y se enfrentan entre sí. Ese riesgo existe en ambos bandos. Sin embargo, no creo que los líderes actuales estén aportando ningún valor adicional ya. Hace falta correr el riesgo.

¿Cuál cree que debería ser el primer paso para que el estancado proceso de paz volviera a ponerse en marcha?

Siempre he pensado que la idea de que los palestinos puedan tener un sistema democrático normal mientras continúe la ocupación, es falso. Porque la ocupación crea tantos patrones de comportamiento extraños, aberrantes. Cualquier persona, no solo los palestinos, no respondería de forma normal. Controles de acceso, control sobre la vida de la gente, incapacidad para tomar decisiones sobre los asuntos más básicos de la vida, como la economía, con un control muy limitado sobre tu propio futuro… Todo esto no equivale a la base correcta para un sistema democrático.

Pero en esto culpo a Occidente. Es Occidente quien mezcla todo. Es Oslo [los Acuerdos de 1993] y Occidente, y las medidas a medias sobre la ocupación más las medidas a medias sobre la democracia… No creo que esa sea la secuencia adecuada. Creo que lo que hace falta hacer es crear primero un Estado palestino. Así habrá claridad sobre esto y los palestinos podrán abordar cómo quieren llevar sus vidas, que es de lo que se trata en unas elecciones. Creo que, veinte años después, seguimos sufriendo por las asunciones erróneas de Oslo.

“Siempre he pensado que la idea de que los palestinos puedan tener un sistema democrático normal mientras continúe la ocupación, es falso”

¿Usted estaría a favor de la solución de los dos Estados, como recomienda Naciones Unidas?

Creo que la ‘solución de los dos Estados’ se ha convertido en un eslogan, y creo que la ‘solución de un Estado’ se ha convertido en un eslogan. Lo que a mí me importa, para el pueblo palestino y para el pueblo israelí, es que se encuentre una solución política que satisfaga suficientemente las necesidades clave de ambas partes, pero no de manera infinita.

No puedes tenerlo todo. Tienes que renunciar a cosas, y para mí renunciar a cosas significa que los israelíes deben renunciar a cosas, porque ellos tienen actualmente mucho más que los palestinos. Para mí esto es evidente. Y para los israelíes no es fácil por un millón de razones, pero tienen que afrontar el hecho de que, para tener unos vecinos estables, Palestina y más allá, hace falta que renuncien a cosas.

Que eso signifique dos Estados o uno, o dos Estados más [equis], o un Estado más [equis], o una confederación… me da igual. Puedo imaginarme cómo acabará, si algún día llega a algo, si hay voluntad política. Pero, ¿me importa la forma final? No. Lo que me importa es que la gente de ambas partes esté suficientemente satisfecha. ¿Es probable que sea el clásico de los dos Estados? No. ¿Será un Estado? No. Probablemente algo intermedio.

¿Y nosotros lo veremos?

Tengo la sensación de que usted es más joven que yo. Puede que usted lo vea. Es poco probable que yo lo vea, pero quizá vea cierto progreso.

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