Lo firmó en un documento con un destacado líder religioso musulmán. Lo recalcó en su última encíclica y lo vuelve a subrayar en su nuevo libro.
El Papa Francisco llama a “dejar la cultura del selfi” en Soñemos Juntos (Ed. Plaza & Janés) e insiste en el mensaje de la “fraternidad humana”. Para salir fortalecidos de la pandemia del coronavirus, estima claves la solidaridad y el respeto de la diversidad entre todas las culturas y religiones.
Muestra su “cariño particular” por los rohingyas, minoría musulmana brutalmente perseguida en Myanmar. A ellos transfirió el importe de un premio recibido en Abu Dabi en un gesto que considera “un reconocimiento de los musulmanes para reconocer a otros musulmanes”. No será la única mención especial de hermandad con el islam que aparece en el libro. Igualmente con otras confesiones. Francisco destaca, por ejemplo, el papel que jugó el patriarca Bartolomé de la Iglesia ortodoxa en su toma de conciencia ecológica.
En el libro, escrito junto con el historiador Austen Ivereigh, el Papa analiza lo que supone la crisis del coronavirus para la sociedad a nivel mundial y expone sus propuestas para construir un nuevo futuro, alejado de polarizaciones. Critica los “fundamentalismos” y los “populismos”, que describe como engaños egoístas de quienes creen que conservar el statu quo es la solución a las crisis, ya sea la sanitaria, económica o migratoria.
Para Jorge Mario Bergoglio, los populismos “reflejan el dolor por la pérdida de raíces (…) y un sentido generalizado de angustia” y se centran en denigrar a quien entienden como “el otro”.
Advierte sobre el “estado de la indiferencia”, el “y a mí qué”, frente a los “perseguidos” y a las personas que viven en “la periferia”. Quiere “que esas personas que están ahora en la periferia se conviertan en protagonistas del cambio de la sociedad”.
“El Papa está convencido de que la fraternidad puede ser el gran aporte de la Iglesia a la creación de un nuevo humanismo, capaz de enfrentar los retos globales”
Austen Ivereigh, biógrafo del Papa y colaborador de su último libro
Ivereigh ha explicado en rueda de prensa este miércoles que “la fraternidad para él [Francisco] es el elemento de la modernidad que más ha faltado. Si uno toma los tres temas de la Revolución Francesa, que han definido la modernidad, lo que hemos tenido es: libertad e igualdad sin fraternidad, lo que convierte a la libertad y a la igualdad en algo corrompido”.
Autor de varios libros sobre el Papa Francisco, además de este último mano a mano con Bergoglio, Ivereigh cuenta que para el Pontífice “falta un respeto a la diversidad, a las diferencias”. Considera que “en el libro da muy buenos ejemplos de cómo sería una economía de una sociedad y una política más fraterna”. El Papa “está convencido de que ese puede ser el gran aporte de la Iglesia a la creación de un nuevo humanismo, capaz de enfrentar los retos globales”, señala.
La fraternidad con los perseguidos
Alude en el libro a su reciente encíclica sobre la fraternidad, Fratelli Tutti, donde hablaba también sobre la“amistad social”. Vuelve a soñar ahora con la “fraternidad universal”, un concepto que a su vez recuerda al Documento de la Fraternidad Humana que firmó el año pasado junto al Gran Imán de Al Azhar, uno de los máximos líderes musulmanes. “Las religiones no incitan nunca al odio”, recalcaron Ahmed Al-Tayeb y Francisco en aquel documento histórico para el diálogo interreligioso.
En el que ha sido calificado como su libro más personal, el Papa critica sin rodeos los mensajes del “nacionalpopulismo en países de mayorías cristianas” pretendiendo hacer creer que defienden la ‘civilización cristiana’ de “supuestos enemigos, ya sea el islam, los judíos, la Unión Europea o Naciones Unidas”. Lamenta que “personas no creyentes o superficialmente religiosas votan para que los populistas protejan su identidad religiosa, sin tener en cuenta que el miedo y el odio al otro son incompatibles con el Evangelio”. Por eso, califica de “grotesca falsificación del cristianismo (…) rechazar a migrantes en dificultades”.
Para el Papa Francisco, la esperanza para impulsar un mundo mejor está precisamente en el encuentro con las personas relegadas a lo que denomina “la periferia de la pobreza y la privación”, pero también “las periferias creadas por la persecución religiosa o ideológica y los demás tipos de brutalidad”.
Entre los “pueblos perseguidos”, cita -junto a los rohingyas- a otra minoría musulmana: los “pobres uigures”, que padecen la persecución y tortura en China, algo que no ha sentado nada bien al Gobierno de Pekín. Tampoco se olvida de los yazidíes en Irak, masacrados por Daesh en Irak, y recuerda también especialmente a los cristianos en Egipto y Pakistán.
Ya lo dijo cuando lavó los pies a refugiados en Italia aquella Semana Santa de 2016: “Todos nosotros, juntos, musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos, hermanos, hijos del mismo Dios, queremos vivir en paz, integrados”.
Soñemos juntos es un conjunto de reflexiones del pontífice en medio de la pandemia del coronavirus, escritas durante el confinamiento. Su búsqueda de respuestas para construir un mundo mejor post Covid, se convierte en un llamamiento a la solidaridad en un diálogo sincero y respetuoso entre iguales. En definitiva, “la fraternidad humana” que rubricó con Al-Tayeb.
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