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Estos musulmanes rehabilitan una iglesia destrozada por Daesh en Irak: “Queremos que los cristianos vuelvan también”

Voluntarios musulmanes devuelven a la vida la iglesia de Santo Tomás en Mosul (Irak). © OTI/ USAID

“Queremos decirles a los cristianos que ésta sigue siendo su ciudad, que son bienvenidos”, explica Ziad desde Mosul (Irak). Coordina el grupo de voluntarios que ha trabajado para devolver a la vida la iglesia más antigua de la ciudad. La habían destrozado los terroristas de Daesh cuando dominaron la ciudad, al igual que destruyeron la mezquita más emblemática.

A punto estuvo Mohamed de perder la vida un día que paseaba por la calle en Mosul con un pequeño móvil escondido en el bolsillo de sus pantalones. Era la época en la que Daesh (también conocido como ISIS) había impuesto su régimen del terror en Mosul, la urbe que convertiría en su principal fuerte en Irak. La ‘policía’ de los terroristas le gritó desde lo lejos. Ni los pantalones “normales”, ni el móvil que aún no habían descubierto, estaban permitidos. Mohamed entró en pánico.

“Empecé a aporrear las paredes de las casas pensando que eran puertas del miedo que tenía. Me costaba respirar. Si me cacheaban y encontraban mi móvil, me podían matar”, cuenta ahora por teléfono a Salam Plan desde su ciudad. Empezó a toser tan fuerte por la falta de aire, que otras personas se acercaron a él para socorrerle y ofrecerle agua. Vista la muchedumbre que se había formado, los guardias de Daesh decidieron dejarlo estar. “Aquellas personas me salvaron la vida”.

“Queremos que vuelvan los cristianos”

Mohamed es hoy uno de los voluntarios de Sawaed Al Mosuliya (Brazos de Mosul), la ONG que coordina Ziad y que ha reacondicionado la iglesia de Santo Tomás, en pleno centro histórico de Mosul. Retiraron los escombros, la limpiaron y reinstalaron la luz.

Los terroristas habían destrozado esta iglesia, igual que destruyeron la emblemática mezquita Al Nuri. Santo Tomás sirvió de cárcel durante el régimen implantado por el autodenominado ‘Estado Islámico’.

La iglesia de Santo Tomás tiene un especial significado para los vecinos de Mosul tras el horror vivido. “Durante las batallas para liberar Mosul, nos quedamos sin agua corriente. La única fuente de la que seguía brotando agua, era un antiguo pozo dentro de la iglesia. Esta iglesia fue una fuente de vida”, asegura Mohamed.

Pero hay más: “Desde que era niño, las familias musulmanas y cristianas nos solíamos visitar mutuamente por las fiestas religiosas de unos y otros, como las Navidades. Había una iglesia a la que solíamos ir. Lo echo de menos, quiero que vuelvan esas tradiciones”.

Por su parte, Ziad recuerda que antes de que los terroristas tomaran su ciudad, compartía la vida con sus vecinos y amigos sin que la religión que practicaran unos u otros fuera un tema que importara especialmente a nadie. Ahora sabe que 15 familias de su calle son cristianas y quiere ayudar a reconstruir sus casas.

¿Por qué centrarse en las casas de los cristianos, si Daesh persiguió a todos, también a los musulmanes? “Porque han ido volviendo decenas de miles de personas que huyeron, musulmanes; pero ni una sola persona de los cristianos que vivían allí han vuelto”, explica. “Queremos que vuelvan”. Cuenta que dos de sus mejores amigos vivían en esas casas y le llaman prácticamente a diario para saber qué tal está la situación en la ciudad. “Quieren volver, pero tienen miedo”.

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Su labor para rehabilitar la histórica iglesia, con la financiación de la agencia de desarrollo estadounidense USAID, fue el primer paso para que se pueda volver a emplear para un servicio religioso. Desveló igualmente un símbolo de esperanza en el renacer de la ciudad. “Cuando colgamos las fotos en internet, la gente de Mosul empezó a preguntar dónde estaba la iglesia. Querían visitarla. Algunos de mis amigos cristianos lloraron y nos dieron las gracias”, recuerda Mohamed.

Poco antes de que estallara la pandemia del coronavirus, ya estaba planeada una ceremonia interreligiosa, pero hubo que posponerla. Cuentan que ahora va a menudo un hombre desde la ciudad de Erbil de parte de la comunidad cristiana de allí para arreglar el cableado y terminar la rehabilitación. Ziad y Mohamed ven cómo los vecinos de la zona se acercan a ofrecerle ayuda.

Los voluntarios de Sawaed Al Mosuliya empezaron en junio de 2018 a retirar escombros de decenas de casas. Fundaron un supermercado cuyos ingresos van a las personas necesitadas. Ayudan también a niños que han quedado huérfanos y participan en eventos interreligiosos por la convivencia, junto a cristianos, yazidíes… “Estamos haciendo todo lo que podemos para que vuelva todo el mundo. Todos son bienvenidos”, recalca Ziad.

Devolver la normalidad a Mosul para derrotar a Daesh

Cuando los terroristas tomaron Mosul en 2014, Ziad estaba estudiando un máster, regentaba una tienda y vivía con su familia. “La vida [antes] iba bien. Cuando llegó Daesh, su misión fue destruir la vida en la ciudad y a sus residentes. Me forzaron a huir a Turquía con mi familia. Daesh se apropió de mi casa y de mi tienda”.

Ziad estima que los terroristas destruyeron unas 25.000 casas en la ciudad. Ahora quiere devolver la “normalidad” a Mosul como “una forma de derrotar a Daesh”. Se casó hace un mes, vuelve a tener una tienda -de ultramarinos-, y está realizando un doctorado en Historia Contemporánea en la Facultad de Educación. Espera encontrar un trabajo a tiempo completo cuando lo finalice.

Mohamed tuvo que cerrar su tienda de móviles cuando llegó Daesh, y sus estudios de Económicas tuvieron que esperar. En vez de graduarse en 2015, cuando los terroristas dominaban la ciudad, se graduó en 2018. Él se quedó en la ciudad, pero sus hermanos, que trabajaban en el sector de los medios de comunicación, tuvieron que huir a Europa y no se han vuelto a ver desde entonces.

Ambos sueñan con una vida estable y con la paz en su ciudad. Junto a otros voluntarios, seguirán limpiando la ciudad de los restos de la guerra y de los destrozos de los terroristas.

Mosul desde la cúpula de la iglesia de Santo Tomás. Todas los derechos de las fotos incluidas en este artículo quedan reservados a la Oficina de Asistencia para la Transición del USAID

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