Takwa Abu Barnosa tan solo tenía 13 años cuando la denominada “Primavera Árabe” llegó a Libia y cayó el dictador Muamar al Gadafi en 2011. Desde entonces, milicias de todo tipo tratan de obtener su pequeña cuota de poder y tres gobiernos paralelos se mantienen enfrentados sin conseguir dar estabilidad al país. Takwa trata de avanzar y fomentar el diálogo a través del arte.
Ella es de Trípoli, la capital donde teóricamente rige el Gobierno de Acuerdo Nacional, el único reconocido por la Unión Europea o Estados Unidos. Pero ni en Trípoli consigue mantener el control, como reconoció uno de los asesores de Italia y la UE en la materia a Salam Plan. Una milicia destruyó en mayo de 2017 una galería de arte que Takwa había conseguido levantar en la ciudad con gran ilusión bajo la temática de los derechos humanos. ¿Por qué lo hicieron?
“Yo no sé realmente si fue por el tema en sí o sí fue por la mezcla de que había hombres y mujeres todos en el mismo espacio”, indica. “A nivel cultural, es realmente difícil trabajar en algo artístico y organizar cosas, especialmente cuando trabajas sobre temáticas relacionadas con la sociedad o la política o la religión, etcétera. Son temas tabú; no debes tocarlos si quieres permanecer segura”, explica a Salam Plan durante su reciente visita a Madrid.
“Es realmente difícil trabajar en algo artístico, especialmente cuando trabajas sobre temáticas relacionadas con la sociedad o la política o la religión. Son temas tabú; no debes tocarlos si quieres permanecer segura”
“De todas formas -añade- pienso que este tipo de arte es menos atacado que la música, el cine o el teatro. No es algo fácil de entender para la gente común o para las milicias ni hay mucho interés por ello. Esto puede ser una desventaja, pero también puede resultar lo contrario para evitar ciertos problemas con las milicias”.
Cuando sucedió aquel ataque, a ella y su socio Abdullah Turkie se les ocurrió ofrecer charlas, debates y realizar exposiciones al aire libre. No tenían que pedir permiso a nadie. “Solo” hacerlo. Pero de fácil no tenía nada. “Era muy arriesgado”. Pero ha aprendido que siempre tienen que tener “un plan B, un plan C, un plan D…”, reconoce con una sonrisa.
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Al principio no fueron bien recibidos: “Los chicos nos tiraban piedras para que nos fuéramos”. Pero no desistieron y pasados dos meses en los que ofrecieron debates sobre arte o cine al aire libre, los mismos que les querían echar, les quisieron ayudar. “El segundo día de la exposición desaparecieron todas las obras. Pensábamos que nos las habían robado, pero fueron estos chicos, que se las habían llevado a casa para protegerlas de otros”.
Takwa también está ejerciendo de comisaria de arte. El año pasado llevó una exposición a Barcelona, visto que en Libia la situación –“muy inestable”- no se lo permitía. Ahora expone en Madrid bajo la organización de Najlaa El Ageli, otra comisaria libia, que desde fuera de su país está intentando potenciar el trabajo artístico de sus compatriotas.
Se trata de una exposición coral de doce artistas libios -ocho mujeres y cuatro hombres- en Casa Árabe. “Rastreando un paisaje que desaparece. Creación contemporánea en Libia” ofrece la posibilidad de ver Libia desde el punto de vista artístico, a pesar del caos y la violencia que se extiende por la mayor parte del territorio o precisamente por ello. Se palpa, incluso se puede pisar, ese afán creativo de quienes están deseando dar una vida nueva a su país.
A sus 20 años, Takwa es la artista más joven de la muestra. Su especialidad en caligrafía árabe se fusiona con imágenes de actualidad. Una barcaza en la costa con personas que huyen bajo la palabra “miedo” es una de las obras que se pueden observar en la exposición.
“Libia no es segura ni para los libios. Así que, ¿cómo puede ser segura para otros? La gente se mata en la calle”
¿Qué le diría a los políticos europeos como Matteo Salvini, el ministro del Interior italiano, que argumentan que Libia es segura para devolver a las personas que huyen desde allí hacia Europa? “Libia no es segura ni para los libios. Así que, ¿cómo puede ser segura para otros? La gente se mata en la calle. No puedes pretender que la gente pida asilo en Libia. No es un buen entorno para vivir para nadie. Para nosotros es nuestro hogar, nuestro país. Debemos vivir allí, debemos trabajar para conseguirlo. Pero para ellos, que huyen de sus países para salvar sus vidas, ¿por qué iban a quedarse con nosotros? No tiene sentido”.
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La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), organismo de Naciones Unidas presente en Libia, contabilizó el pasado agosto más de 669.000 migrantes en el país que provenían de 41 países y estaban repartidos por 100 municipios.
Asegura que además en los últimos meses la situación de inseguridad en está empeorando. “La cantidad de milicias está aumentando. Hay gente nueva y no sabes realmente quién está luchando contra quién y sobre qué. No está nada, nada claro lo que está sucediendo ahora mismo”. La OIM está atendiendo últimamente a los desplazados por los enfrentamientos en Trípoli.
“If it were up to me, I’d have stayed home, but my children are too young to understand wars, so I had to leave for them,” says Ali* .@IOM_Libya continues to support families displaced by latest clashes in #Tripoli #Libya
*Name changed to protect privacy #AfricaTrustFrund pic.twitter.com/9qEPdqxOyJ— IOM Libya (@IOM_Libya) 5 de octubre de 2018
Tanto la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) como la OIM han denunciado repetidamente las malas condiciones para los refugiados en Libia y en los últimos meses han conseguido trasladar a varios solicitantes de asilo a otros países africanos o a Italia. Acnur se muestra especialmente preocupado por las detenciones automáticas a las que se ven sometidas las personas interceptadas en el Mediterráneo por los guardacostas libios, adscritos al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés).
Ya durante el anterior Gobierno de Italia, cuando gobernaba el socialista Matteo Renzi, tanto Roma como Bruselas comenzaron a colaborar con el GNA para fomentar su vigilancia costera. Salvini ha querido meter un acelerón a aquel acuerdo con su política de “puertos cerrados” sin que la situación en Libia haya mejorado significativamente.
Takwa descubrió que amaba la caligrafía cuando era una adolescente “enfadada”, que había tenido que huir de la guerra civil a las montañas con su familia. “Escribí a muchísimas universidades en el mundo y me aceptaron, pero no conseguí llegar a ninguna, porque la situación es muy complicada”. Acabó en la universidad de Trípoli, pero después de año y medio la expulsaron. “Afortunadamente”, dice con sinceridad.
“El arte realmente puede provocar un cambio en la sociedad y ser una herramienta para el diálogo”
Era 2015. Comenzó a producir su obra en un pequeño taller que poco a poco fue generando interés entre sus amigos, entre los amigos de sus amigos… hasta que empezó a llegar gente a verla que ni siquiera conocía. Ese mismo año fundó junto a Abdullah Turkie, la WaraQ Art Foundation, una ONG que busca fortalecer la cooperación e intercambio cultural y artístico entre Oriente Medio y el norte de África.
Ahora tiene 20 años, pero parece que hubieran pasado por ella fácilmente un par de décadas más. “A veces siento que he crecido más rápido de lo que corresponde a mi edad. A veces me estreso mucho, porque quiero hacer muchas cosas y siento que no me va a dar tiempo. Siento esa responsabilidad sobre mis espaldas, de si no hago esto, nadie más lo hará”. Eso la motiva para seguir trabajando:
“Creemos que el arte realmente puede provocar un cambio en la sociedad y ser una herramienta para el diálogo. Hemos visto en muchos proyectos cómo esto ha pasado. Y creo que podemos hacer más”.
La exposición «Rastreando un paisaje que desaparece. Creación contemporánea en Libia» en la que participa Takwa podrá visitarse de forma gratuita hasta el 2 de diciembre en la sede madrileña de Casa Árabe, institución adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores de España.