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Cuando Bagdad fue el centro del mundo

Mapa del Bagdad histórico durante su edad de oro. Autor: William Muir

En la actualidad se conoce la capital iraquí principalmente por contextos bélicos. Pero Bagdad es una de las cunas culturales y económicas de la civilización mundial.

La arabista Margarita Castells lo define como “el Nueva York” de los siglos VIII hasta el siglo XIII, por ser un “faro cultural” a nivel mundial. Y es que Bagdad era el centro neurálgico de las principales rutas comerciales del mundo conocido por entonces: era uno de los principales destinos de la Ruta de la Seda, que desde los confines de China llegaba hasta el Mediterráneo y desde actualmente se intenta recuperar para fines turísticos. Cerca de Bagdad, en el puerto de Basora, esta ruta se unía a la otra ruta comercial clave del momento: la de las especias, que recorría toda la costa sur de Asia, parte de la costa oriental africana y llegaba hasta Roma.

Con todo el intercambio cultural en aquellos extensos viajes comerciales, la boyante economía que traían consigo y la estructuración humanista de la enseñanza, la producción literaria encontró su edad de oro

Con todo el intercambio cultural en aquellos extensos viajes comerciales, la boyante economía que traían consigo y la estructuración humanista de la enseñanza en el califato o reino islámico de la dinastía abasí (o abásida), la producción literaria encontró su edad de oro. Fue entre mediados del siglo VIII y X de la era común. Se comenzaron a reflejar todos los nuevos conocimientos de forma escrita y surgió una gran producción literaria, reflejando la realidad de la época.

Incluso pasada la edad de oro de Bagdad (con el califato ya desmembrado y el surgimiento de otros, como el de Córdoba-Al Andalus), la producción literaria continuó siendo significativa en la actual capital de Irak y de aquel califato. De hecho, a la época que siguió a su edad de oro, se le llama la edad de plata.

Al Yahiz es uno de los grandes escritores clásicos árabes, y es de aquella época. En aquella época el acceso a la cultura estaba reservado a las clases altas de la sociedad, pero él es un ejemplo de alguien de origen humilde que consiguió entrar en el círculo del poder. “El gobernador local [de Basora] lo promovió y llegó a Bagdad en la época de máximo esplendor científico de la época abásida [la del califato de Bagdad]”, explica Castells, profesora de literatura árabe en la Universidad de Barcelona. Al Yahiz proclamaba que su motivación era escribir con sabiduría, pero a la vez dejar espacio para la broma.

“Cuando visitaba Jerusalén, había un pequeño oratorio donde los francos habían instalado una iglesia. Ponían este lugar a mi disposición para que pudiera hacer mis oraciones”

El descubrimiento chino del papel llegó hasta Bagdad, y se pasó del habitual rollo para los manuscritos, al formato libro que ha triunfado hasta nuestros días. Con la imprenta aún por descubrir, la arabista señala que se producían auténticas joyas de arte por ser ejemplares únicos.

Se conserva, por ejemplo, un único manuscrito conocido del Libro de las Experiencias de Ussama Ibn Munqid, que actualmente se encuentra en la biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Ibn Munqid era un noble de la zona siria, que relató sus memorias en este libro. Contó numerosos detalles sobre hechos militares, pero también sobre medicina, costumbres y recuerdos personales en relación a su contacto con “los francos” que se habían instalado en Oriente Próximo como consecuencia de Las Cruzadas.

“Los miraba por encima del hombro, los consideraba brutos y sucios, poco civilizados. Aún así, había convivencia”, apunta la experta. Así, en sus memorias, Ibn Munqid describió: “Cuando visitaba Jerusalén, tenía la costumbre de ir a la mezquita de Al-Aqsa, lugar de reunión de mis amigos templarios. Subiendo por uno de los laterales, había un pequeño oratorio donde los francos habían instalado una iglesia. Los templarios ponían este lugar a mi disposición para que pudiera hacer mis oraciones”.

Papa Francisco en Bagdad

La visita del Papa Francisco a Bagdad y otros destinos de Irak, que comienza este 5 de marzo, pretende servir para contribuir al diálogo interreligioso que lleva promoviendo junto a otros líderes de distintas confesiones en los últimos años. En esta ocasión, se reunirá con Ali al Sistani, referente de los musulmanes chiítas en el país, y visitará la antigua ciudad mesopotámica de Ur, ciudad natal de Abraham según la tradición. La elección de este lugar no es casual, pues Abraham es el patriarca tanto de los cristianos, como de los musulmanes y los judíos.

Es éste un gesto más que Francisco suma a su apuesta por el diálogo entre las distintas religiones, después de que firmara el Documento de la Fraternidad Humana con el Gran Imán de Al Azhar, Ahmed Al Tayeb, máximo referente académico del islam suní, y llamara a la humanidad a “soñar juntos” en su libro más reciente junto al periodista Austen Ivereigh.

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