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El valiente libro que abre las puertas a un debate constructivo sobre Al- Ándalus

"La rendición de Granada", Francisco Pradilla y Ortiz, 1882. Fondo histórico del Senado

Un grupo de académicos con perspectivas contrapuestas se atreve a compartir en un solo libro distintas visiones sobre Al- Ándalus. Abordan así una polémica sobre la identidad española que todavía perdura. El legado de ocho siglos de historia peninsular bajo la lupa de más de veinte expertos.

Alejandro García Sanjuán es profesor de Historia Medieval en la Universidad de Huelva. Maribel Fierro es docente de Investigación en el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo (CCHS-CSIC). Cuando hace unos años participaron en un seminario sobre Al- Ándalus en Casa Árabe junto a más expertos en la materia, el acalorado debate que surgió les dejó claro que era necesario reunir las distintas visiones y plasmarlas juntas sobre papel.

Hispania, al- Ándalus y España (ed. Marcial Pons) reúne a 22 historiadores y académicos españoles para abordar la polémica sobre la “identidad y nacionalismo en la historia peninsular”, como reza el subtítulo de la obra coeditada por Fierro y Sanjuán. No se han puesto de acuerdo en las perspectivas que los separan en cuanto a su visión sobre si se puede hablar de Reconquista o si es mejor hablar de conquistas tras ocho siglos de reinos o califatos de “una sociedad predominantemente árabe e islámica”. Tampoco han podido llegar a una única conclusión sobre la convivencia real o no entre las distintas religiones en aquellos reinos que -a lo largo de la historia- acabaron formando España y Portugal.

“El problema es cuando se trata de legitimar posiciones del presente en los conflictos del pasado. Ahí es donde viene la manipulación”

Alejandro García Sanjuán

Sí se han puesto de acuerdo en algo esencial, no siempre fácil de conseguir en este debate: es necesario el diálogo y la puesta en común de diferentes hipótesis sobre unos mismos hechos. En este caso, especialmente para que el público también pueda acceder a los distintos matices que enfrentan las visiones sobre Al- Ándalus, y que -todavía hoy- marcan hasta el discurso político.

En esta entrevista con Salam Plan, Sanjuán advierte: “El problema es cuando se acude al pasado como fuente de legitimación de cuestiones identitarias”. El profesor invita a que los libros de texto de nuestros centros educativos ofrezcan los diferentes matices sobre la historia medieval de la península. Sanjuán, que junto a Fierro y otros académicos también escribe en el blog Al-Ándalus y la Historia, reconoce que el nuevo libro le ha enseñado las dificultades que entraña conseguir un “diálogo constructivo” en torno a este periodo de nuestro pasado y presente. Éste es un primer paso.

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El libro que ha editado junto a Maribel Fierro se ha atrevido a incluir voces discordantes sobre lo que fue Al- Ándalus. Es de agradecer.

Surge de un seminario que se organiza en Casa Árabe en el año 2016, por iniciativa de Maribel Fierro y mía. La idea que tuvimos fue la de convocar a historiadores, sobre todo medievalistas y arabistas, de tendencias de diversas, que mantienen opiniones contrapuestas respecto a cuestiones controvertidas relativas al pasado medieval peninsular.

Antes de entrar en detalles. ¿Cómo definiría Al- Ándalus en pocas palabras?

Al- Ándalus es una sociedad predominantemente árabe e islámica, que existió en la península ibérica entre comienzos del siglo VIII y finales del siglo XV. Surge como consecuencia de la conquista árabe e islámica, que comienza a partir del año 711 y que se inserta dentro del marco de la expansión islámica que se produce durante el siglo VII y comienzos del siglo VIII en distintos puntos de Europa, África y Asia.

Como resultado de un proceso histórico determinado, esa sociedad árabe e islámica que hubo en la península ibérica acabó desapareciendo a finales del siglo XV como resultado de otra expansión conquistadora, la de los reinos cristianos peninsulares.

“Con la conformación del Estado liberal en el siglo XIX, se desarrolla una narrativa en la que se otorga al catolicismo una posición muy relevante en la conformación de esa identidad nacional española”

Resulta extraño pensar que un pasado histórico, tan lejano ya, cree a día de hoy tanta polémica, que hasta llegó a las últimas campañas electorales. Ustedes hablan del “uso y abuso” que se hace actualmente de la historia.

Siempre ha habido utilizaciones interesadas del pasado, interesadas en el sentido político o ideológico, porque el pasado siempre ha sido una buena herramienta para legitimar aspectos del presente. En España, a raíz de la conformación del Estado liberal a comienzos del siglo XIX, comienza a desarrollarse una narrativa desde una perspectiva nacional y nacionalista. Y en esa narrativa nacional, en la que el sujeto histórico principal es la nación española, adquiere un protagonismo muy destacado la lucha frente al islam.

Hay que tener en cuenta que a partir de ese momento se otorga al catolicismo una posición muy relevante en la conformación de esa identidad nacional española. En ese contexto adquiere sentido el protagonismo que se atribuye en la conformación de la identidad nacional a la lucha frente a los musulmanes.

En su libro participan 22 autores, que exponen visiones enfrentadas sobre el concepto de la “Reconquista”, que nos enseñan desde pequeños.

Sin duda, efectivamente, hay una contraposición bastante marcada entre autores que se identifican de alguna manera más abierta con esa narrativa más tradicional, que comienza a desarrollarse a partir del siglo XIX, en ese marco de conformación del estado liberal en España. Hay autores que tienen perspectivas distintas y que, principalmente, se caracterizan porque parten de la base de un rechazo a la idea de aceptar que el pasado es una herramienta válida en la legitimación de determinadas identidades.

La contraposición, en este sentido, parece estar entre quienes destacan la Spania (Hispania) mencionada en crónicas del s. VIII frente quienes ponen el foco en una convivencia -pacífica a ratos- entre las “tres culturas”, o quizá más bien tres religiones: cristianos, musulmanes y judíos.

Yo quizá no lo diría así. Hay una narrativa más tradicional, que es la que está más apegada a ese paradigma historiográfico de la Reconquista, y que hoy día ha experimentado un auge social e incluso político muy importante.

Y luego la cuestión de la convivencia, de la tolerancia, que es otro de los grandes temas asociados al estudio del pasado medieval peninsular. Yo no consideraría necesariamente como una visión contrapuesta a la anterior, porque realmente el conflicto y la convivencia o la coexistencia no son verdades contrapuestas, sino que se pueden dar perfectamente dentro de una misma época o de una misma sociedad.

Esas dos realidades, la confrontación y la convivencia o la coexistencia, forman parte de la realidad del pasado medieval peninsular. La cuestión es cómo se integran en el análisis histórico esas dos realidades. Eso es lo que nos diferencia a unos y a otros.

Es decir, si la tradición de lo que ahora es España y Portugal es netamente cristiana o es de distintas religiones, especialmente también la musulmana, que fue la gobernante durante ocho siglos.

Tanto los musulmanes como los cristianos estaban convencidos de su derecho para ocupar y gobernar ese territorio. El problema es cuando se intentan buscar precedentes en el pasado a conflictos actuales, o cuando se trata de legitimar posiciones del presente en los conflictos del pasado. Ahí es donde viene muchas veces esa tergiversación o manipulación de cuestiones que tienen que ver con el pasado debido a intereses que están relacionados con problemas del presente.

“Es un periodo histórico muy complejo: por su amplia extensión, la diversidad de territorios y de realidades históricas… Y porque en toda sociedad existen grupos con sensibilidades distintas”

¿Cómo es posible que tantos años después, unos 600 años más tarde, aún no nos hayamos puesto de acuerdo en lo que pasó en aquella época?

El pasado es conflictivo desde una doble perspectiva: tanto por los propios conflictos como a las distintas interpretaciones de los historiadores. Existen algunos consensos fundamentales: yo creo que nadie cuestiona un conflicto en el pasado medieval en relación con la posesión del territorio; las discrepancias se producen con la interpretación que se atribuye a ese proceso.

Y yo que en las clases de Historia en el colegio y en el instituto pensaba que lo que decían los libros y mi profesora era tal cual, ilusa de mí. ¿No se deberían enseñar esos matices o visiones contrapuestas a los alumnos?

Por supuesto. El problema es que, por un lado, ha habido un predominio en España de la narrativa más tradicional, narrativa que ahora comienza a ser cuestionada de una forma mucho más abierta. El problema también es que las discusiones entre los historiadores más académicos tardan, a veces, mucho tiempo en trasladarse a los libros y a los textos de carácter más divulgativo o a los manuales escolares. Ahí se produce un cierto vacío que, a veces, ocupan también determinados divulgadores que no tienen las herramientas necesarias para poder trasladar los debates académicos a otros ámbitos no estrictamente especializados.

Los de Al- Ándalus son siglos de enorme complejidad, con un concepto identitario que parece construido desde las altas esferas más que por los ciudadanos de a pie, como pide Iñaki Martín Viso en este libro.

Claro. Es un periodo histórico muy complejo por muchas razones: su amplia extensión, por la diversidad de territorios que implica, por la diversidad de realidades históricas que se dieron a lo largo de ese periodo… Y por supuesto también, porque en toda sociedad existen grupos con perspectivas, sensibilidades distintas a las cuestiones. Esa complejidad es la que algunas veces resulta muy complicado trasladar a audiencias más amplias. Ese era, en parte, uno de los objetivos de este libro.

Llama la atención cómo sigue pasando hoy en día ese debate sobre las identidades en relación a Al- Ándalus.

El problema es cuando se acude al pasado como fuente de legitimación de cuestiones identitarias. Las identidades son fluctuantes, las identidades no son esencias inmutables a lo largo del tiempo. Por lo tanto, las identidades actuales no necesariamente tienen un traslado directo o sencillo al pasado. Más bien al contrario.

“Sin duda, existió una cierta convivencia en el pasado medieval. Pero elevar eso a la categoría de modelo de convivencia implica necesariamente unas dosis importantes de mitificación”

En este libro coral participan 24 expertos, incluyéndoles a usted y a Maribel Fierro como coeditores. Ustedes han ejercido como una suerte de moderadores de un debate que sigue abierto. ¿Qué ha aprendido?

He aprendido que tenemos una labor muy difícil y compleja en diversos sentidos: por un lado, el diálogo con aquellos que se mantienen en posiciones contrapuestas a veces resulta bastante arduo, porque en ocasiones se utilizan categorías y mecanismos de análisis que uno tiende a considerar ajeno a las prácticas académicas estandarizadas. Eso dificulta mucho el desarrollo de un diálogo constructivo o positivo.

Otro aspecto, que nos ha enseñado también este seminario [del que partió el libro], es la necesidad de esforzarnos más por trasladar estos debates al público. No cabe duda de que hay un público interesado, y los historiadores tenemos la responsabilidad y la obligación de trasladar nuestros debates a esa audiencia. Y tenemos la obligación de tratar de hacerlo comprensible de los demás. 

¿Cree que nuestra forma, como sociedad, de entender la época de Al-Ándalus influye en la convivencia hoy entre personas de distintas religiones?

Se ha invocado muchas veces el pasado islámico peninsular, se ha invocado muchas veces Al- Ándalus como un paradigma de convivencia o de tolerancia religiosa… Pero no deja de ser otra cuestión que ha sido muy mitificada. Es una visión excesivamente complaciente del pasado.

El historiador debe ser siempre crítico con el pasado. Esas visiones tan condescendientes no ayudan a entender realmente a entender la complejidad de las sociedades del pasado. Sin duda, existió una cierta convivencia en el pasado medieval. Pero elevar eso a la categoría de modelo de convivencia implica necesariamente unas dosis importantes de mitificación.

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