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Los escombros de Alepo se convierten en la esperanza de una nueva vida en forma de ladrillos

Para Yaman Asouad fabricar ladrillos para su ciudad, Alepo, es una terapia para salir adelante. © Samuel Aranda/ ONG Rescate

Alepo era la ciudad industrial de referencia en Siria antes de que estallara la guerra hace ocho años. Pero la mayoría de las fábricas fueron saqueadas, destruidas o trasladadas a la vecina Turquía, cuenta Soura Al Joundi a Salam Plan. Esta mujer siria supervisa la fábrica de ladrillos impulsada por una ONG española hace más de un año en esta devastada ciudad.

Casi 140 ciudadanos sirios trabajan allí para reconstruir su vida y las de sus vecinos. ¿Su materia prima? Las toneladas de escombros que llenan sus calles. Ahora un ladrillo solidario busca movilizar al sector español de la construcción para que el proyecto no desfallezca.

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Yaman Asuad perdió a su prometida en un bombardeo el día de su cumpleaños y la muerte de su padre le obligó a dejar los estudios y trabajar para ayudar a su familia. “No puedo describir lo que siento, desde que empecé el trabajo en este proyecto siento que con estos ladrillos construyo de nuevo Siria y participar en ello me permite desahogarme de lo que llevo por dentro”, cuenta el joven en un testimonio recogido por la ONG española Rescate, artífice de la denominada ‘Fábrica de la Esperanza’.

Julud Abu Baker perdió a varios miembros de su familia en un ataque a la ciudad en el que se lanzaron más de 300 bombas de gas y mortero. Para ella trabajar en este proyecto “es muy estimulante, pues el ladrillo primero formará parte de una casa, reunirá a una familia y ayudará a restablecer y a construir el país”.

“El ladrillo primero formará parte de una casa, reunirá a una familia y ayudará a restablecer y a construir el país”

— Julud Abu Baker, ciudadana de Alepo

La ONG Rescate puso en marcha esta fábrica de ladrillos en Alepo con la intención no solo de reconstruir una de las ciudades que más ha sufrido el embate de la guerra que ha matado a más de 400.000 personas, obligado a un desplazamiento forzoso a otros once millones de personas y que aún continúa en algunas regiones sirias. Quería reconstruir vidas, explica Soura Al Joundi, que se emociona al ver cómo su país comienza a salir adelante. Está en Madrid para presentar ‘Alepoh’, la campaña que espera dar un nuevo impulso al proyecto cofinanciado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el sector español de la construcción.

Esta ciudad sufrió los enfrentamientos de la guerra civil y también el yugo de los terroristas de Daesh hasta principios del año pasado. Actualmente, es el régimen de Bashar al Asad quien gobierna la ciudad hecha escombros y la vida va volviendo poco a poco. “Realmente, no es una vida fácil, pero al menos no tenemos puestos de control, no tenemos cierre de calles, la gente se puede mover fácilmente y acceder a sus necesidades diarias, como el pan o ir a la escuela. La gente está intentando volver a la normalidad”, describe Al Joundi. Encontrar un trabajo es un verdadero problema, que la fábrica trata de paliar.

Los trabajadores de la fábrica de la esperanza son de los mismos barrios donde la ONG Rescate recoge los escombros, porque “sabían que al final podrían fabricar ladrillos para reconstruir sus propias casas”. Desde su puesta en marcha, 136 mujeres y hombres han fabricado 31.000 ladrillos con más de 10.000 toneladas de escombros y se han rehabilitado 384 hogares. Hay muchos miles de personas dispuestas a volver a Alepo si allí tienen la posibilidad de empezar de nuevo una vida, defiende la organización.

Soura Al Joundi en Madrid, con los ladrillos solidarios para ayudar a reconstruir vidas en Alepo. © Salam Plan

El ladrillo español, invitado a ayudar y mejorar su imagen

“El ladrillo más caro del mundo, pero también el más valioso”. Este es el que pone a la venta ahora la ONG Rescate en esta web con el apoyo del sector de la construcción. Cuesta 500 euros, se ha elaborado artesanal y altruistamente por Cerámicas La Paloma. Se trata de una edición limitada de 2.000 ladrillos “made in Spain for Alepo” y la idea es que lo adquieran -sobre todo- empresas del ladrillo español, considerado el tercer sector más fuerte de la economía española.

A esta iniciativa se han sumado ya empresas del sector, representadas por asociaciones como Hispalyt (Asociación Española de Fabricantes de Ladrillos y Tejas), Andimac (Asociación Española de Distribuidores de Materiales de la Construcción) o la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), que promueven esta compra solidaria. Con 2.000 ladrillos a 500 euros cada uno, esperan que las empresas del sector de la construcción en España compren uno de estos ladrillos solidarios y puedan recaudar así un millón de euros (aunque en realidad lo pueden adquirir quienes lo deseen).

Con este dinero no solo se mantendría el trabajo de los ciudadanos de Alepo en la fábrica, sino que se seguirían rehabilitando cientos de casas destruidas, se volvería a convertir en centro de salud lo que Daesh utilizó como una de sus prisiones, se reconstruirían escuelas…

“Es el ladrillo que va a simbolizar la solidaridad del sector de la construcción español”

— Fco. José Morán, Hispalyt

El ladrillo español ha visto en este proyecto no solo un “deber moral”, como ha reconocido uno de sus impulsores, el secretario general de Andimac, Sebastián Molinero, en una rueda de prensa este martes en Madrid. Desde la propia Confederación Nacional de la Construcción reconocen que también supone una buena oportunidad para mejorar la imagen del sector tras la crisis económica que ha sacudido España. Es “el ladrillo que va a simbolizar la solidaridad del sector de la construcción español”, ha defendido Francisco José Morán, de Hispalyt. Ha animado a sus colegas del sector a comprar el ladrillo solidario para “empoderar a las personas de Alepo, para que sean ellos mismos los que reconstruyan”.

Reconstruir las casas y las infraestructuras, sí. Pero, ¿y la convivencia tras la guerra civil y el yugo de Daesh? No es un gran problema por el momento, sostiene Al Joundi. La política se ha dejado de lado para volver a vivir, para poder sobrevivir. “Ahora tenemos pan, no queremos recordar nuestros sufrimientos. Déjalo”, se frena a quien saque el tema. Solo quieren salir adelante.

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