El 7% de los condenados relacionados con esta ideología en España son reincidentes tanto en actividades preparatorias como operativas de atentados, según un nuevo estudio. Instituciones Penitenciarias permanece alerta ante la posible irrupción de otros «extremismos violentos» entre los presos, aunque solo en Cataluña ya se actúa para prevenir también procesos de radicalización de ultraderecha en las cárceles.
Al menos 52 condenados habrán cumplido su condena entre 2019 y 2022 en las prisiones españolas, señala un informe del centro de investigación Real Instituto Elcano (RIE); en 2026 ya habrán salido de la cárcel un total de al menos 73 condenados. Por otra parte, desde 2015 y hasta ahora ya han sido excarcelados 20 individuos.
Las cifras de excarcelados afines a grupos como Al Qaeda o Daesh “son menores que las que afectan a países de nuestro entorno”, apuntó el director del Programa sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del RIE, Fernando Reinares, en la presentación del informe “Yihadismo y prisiones: un análisis del caso español” este miércoles.
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De hecho, su estudio desvela que “solo el 7% de individuos condenados o muertos en nuestro país entre 2004 y octubre de 2018 son reincidentes después de pasar por prisión o incluso cumpliendo condena”. Son 14 de un total de 199. Todos los reincidentes eran españoles o cumplían condena en España antes de ser expulsados a sus países de origen en caso de ser extranjeros, para lo cual existe un plazo mínimo.
Desde 2012 hasta la actualidad, los reincidentes son principalmente individuos que, tras salir de la prisión, reclutaban e incluso entrenaban combatientes extranjeros para enviarlos a Siria o Irak, explicó Reinares.
Los domicilios privados, principal ámbito de radicalización
“Todos los individuos radicalizados en el ámbito de prisiones son hombres”, apuntó la investigadora principal de terrorismo del RIE, Carola García-Calvo. Y ello, pese a que las mujeres ya suponen más del 6% de condenados o muertos por actividades relacionadas con el terrorismo afín a grupos como Daesh o Al Qaeda; la primera condenada fue en 2015.
De todas maneras, García- Calvo destacó que el 10,5% del total de condenados o muertos entre 1996 y octubre de 2018 se radicalizaron en prisión, por lo que no es el principal ámbito de radicalización. «Los domicilios privados –el 53,9%–, los lugares de culto –38,8%–, los locales comerciales –30,3%– o los espacios al aire libre –29,6%– [están] entre los entornos de radicalización offline. Queda igualmente muy por debajo de los ámbitos de radicalización online –el 52%–, que a menudo se combinan con otros offline«, señala el informe.
Evitar la reincidencia y radicalización de todo tipo
Para evitar la reincidencia, desde 2008 Instituciones Penitenciarias manejan un manual para la “detección y control de la radicalización” de todo tipo de terrorismos. El seguimiento se realiza a condenados en relación a ETA, GRAPO, Resistencia Galega o el terrorismo denominado “yihadista” o también presos por delitos comunes que muestren signos de radicalización afin a estos grupos. Así lo explicó José Luis López Novo, jefe del Servicio de Intervención de Instituciones Penitenciarias durante el foro de terrorismo global organizado anualmente por el Real Instituto Elcano y celebrado el miércoles en Madrid.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha dicho este jueves en los desayunos informativos de Europa Press que si bien «el terrorismo continúa siendo una preocupación constante por el terrorismo global, hoy el Estado de derecho ha derrotado a ETA».
Las medidas de prevención de la radicalización son muchas más que el citado manual, incluido un “programa de tratamiento” para la desradicalización, como en otros países europeos. También se recurre a la dispersión de presos por cualquier tipo de terrorismo para tratar de evitar el contacto entre ellos o con otros presos por delitos comunes a los que puedan adoctrinar. Esta última medida no se lleva a cabo en Cataluña, única autonomía con independencia en la gestión carcelaria.
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López Novo aseguró en el foro celebrado el miércoles que desde Instituciones Penitenciarias permanecen alerta ante la posible “irrupción de otros extremismos violentos” para identificarlos en su fase incipiente. Sin embargo, al ser preguntado por Salam Plan si ya habían identificado algún otro “extremismo violento” en las cárceles españolas, la respuesta fue negativa.
Sin embargo, el director del área de Inteligencia Penitenciaria de Cataluña, Manel Roca, apuntó que allí están poniendo en marcha el programa ARREL para la prevención de la radicalización “ya sea de procesos yihadistas, de ultraderecha o bandas latinas”. Roca considera necesario este enfoque, porque “no estigmatiza una cultura”. Para contribuir a la desradicalización, Cataluña introducirá también la figura del mentor, una persona de referencia, externa al entorno penitenciario y que pertenezca a la comunidad o entorno del condenado.