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Así es el ‘delincuente del odio’: hombre, joven, soltero, desempleado y con niveles educativos básicos

Los delitos de odio están contemplados en el artículo 510 del Código Penal. CC/ Tnarik Innael

Un estudio de Instituciones Penitenciarias y la Universidad de Comillas clasifica al denominado ‘delincuente del odio’ en tres categorías: buscador de emociones, vengativo y defensivo.

El perfil más habitual es el del ‘buscador de emociones’: tiene prejuicios hacia minorías y colectivos vulnerables y comete agresiones en grupo. El estudio presentado por Javier López, de la Oficina Nacional de Lucha contra los Delitos de Odio, y la profesora de la Universidad de Comillas Meritxel Pérez, estima que esta tipología es la que ofrece mejor pronóstico terapéutico, ya que su prejuicio es “bajo”.

El delincuente de odio ‘vengativo’ es agresivo porque se siente una ofensa hacia él personalmente o hacia el que considera su grupo. Tiene dificultad para identificar sentimientos. El ‘defensivo’ quiere “proteger” el territorio de personas extranjeras a las que percibe como amenaza. En estos dos últimos tipos, el prejuicio está más arraigado y se considera más intenso.

Para elaborar el perfil de quien comete delitos de odio se han analizado el historial delictivo, los rasgos psicológicos de condenados por esta tipología delictiva y sus características sociodemográficas. Este tipo de delincuentes cumplen condena en la cárcel o a través de las llamadas “penas y medidas alternativas”, dependiendo de la gravedad de los hechos.

El estudio concluye que el retrato más representativo de un delincuente de odio es el de un hombre español, sin pareja, que convive con su familia, con un nivel educativo básico, sin trabajo remunerado o con escasos ingresos.

Además, en un 70% de los casos, consume sustancias tóxicas desde la adolescencia, con una edad de inicio alrededor de los 15 años.

El 66,7% de los delincuentes incluidos en el estudio tiene entre 18 y 30 años de edad. En la medida que la edad aumenta, el porcentaje disminuye hasta desaparecer en el grupo de mayores de 60 años. Tan solo el 21% es independiente de su familia o vive en pareja. La mayoría, el 48,5%, tiene el graduado escolar y el 27.3% no ha llegado a obtener esta titulación de educación básica. Con relación a la situación laboral, el 33,3% cuenta con un trabajo por cuenta ajena o es autónomo. El resto, está desempleado o en otras situaciones.

La mayoría se relaciona con un grupo de ideología de odio (neonazis, ultras de fútbol…). No cuenta con un historial delictivo previo de gravedad y es violento con personas ajenas a su núcleo familiar o de amigos. Más de un tercio asegura haber sufrido maltrato físico o psicológico por parte de sus padres u otros familiares.

Destaca del perfil psicológico que el delincuente de odio es una persona propensa a asumir riesgos, agresiva de forma reactiva y con mayor “prejuicio sutil”.

Programa por la diversidad para los delincuentes de odio

El secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, considera que “la experiencia práctica de los profesionales penitenciarios y el aporte científico de la Universidad son la mezcla ideal para afrontar los retos derivados de una nueva realidad criminógena”.

El organismo encargado de la gestión de las cárceles y regímenes abiertos tiene un programa de tratamiento denominado ‘Diversidad, por la igualdad de trato y no discriminación y frente a los delitos de odio’. Con él, pretende abordar el prejuicio de una manera específica en una de sus unidades, además de aplicarlo de forma trasversal a lo largo de todo el programa.

Entre las recomendaciones que ofrece el estudio para este programa, Instituciones Penitenciarias destaca dos. Por una parte, en la evaluación previa a la intervención, se debe analizar cómo es el prejuicio para que el trabajo terapéutico sea más versátil cuando el prejuicio se considere sutil y más específico y centrado en el componente cognitivo cuando sea un prejuicio manifiesto. Por otra parte, el informe concluye que, además de trabajar aspectos psicológicos, es necesario realizar actividades deportivas, culturales, ocupacionales o de otro tipo con personas de diferentes colectivos.

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