El secretario general del Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero visita España esta semana para presentar su libro “El islam y lo común universal. Tolerancia, coexistencia de identidades y cohabitación religiosa”.
Abdellah Boussouf es historiador marroquí y desde 2007 dirige el Consejo instaurado por el rey Mohammed VI de Marruecos en Rabat. Su última obra (Ed. Diwan Mayrit) ofrece una recopilación de ensayos en los que repasa etapas históricas -incluido Al Ándalus-, ejemplos coránicos y textos del profeta musulmán Mohammed para demostrar que el islam aboga por la paz y el respeto al diferente. Charla con Salam Plan en la Casa Árabe madrileña sobre este canto al diálogo para la buena convivencia.
En su libro escribe sobre momentos históricos en los que convivieron diferentes religiones y culturas en paz. ¿Qué ha cambiado para que hoy sea tan difícil en algunos casos?
Hoy vivimos una situación muy difícil del islam en el mundo. Tenemos dos extremos: el extremo de la islamofobia, el racismo (y) tenemos el otro extremo, el fundamentalismo, la radicalización e incluso el terrorismo. Este libro es un recordatorio para aquellos que intentan manipular el islam, quienes intentan instrumentalizarlo desde ambas partes; es para decirles que no es el islam lo que usan, sino que son mentiras sobre el islam. El islam no tiene nada que ver ni con el terrorismo ni con el miedo. Así que el islam no está aquí para invadir Europa ni para ser un elemento de choque con los occidentales.
El islam es una religión como otra cualquiera, una religión de paz, tolerancia y convivencia. La descripción histórica de catorce siglos demuestra que el islam nunca ha conocido movimientos terroristas de unos contra otros. Nunca ha estado en una situación de conflicto en relación con la convicción religiosa o la convicción filosófica.
¿Y por qué hay ahora tanta islamofobia y radicalismo islamista?
Por lo que concierne a la islamofobia hay un temor injustificado. Este temor se debe a una ignorancia total del islam, hoy en nuestras sociedades conocemos muy, muy poco el islam. Y tenemos miedo de lo que desconocido. Fue un gran intelectual de origen palestino llamado Edward Said quien habló del «choque de las ignorancias». Estamos en ese momento.
Por lo que respecta a los musulmanes, en el caso de aquellos que reivindican usar el islam para perpetrar el miedo y el terrorismo, no tienen nada que ver con el islam. Para nosotros, yo vengo de Marruecos, el rey pronunció un discurso destinado a la nación marroquí y al mundo entero en el que dijo que «los autores de un acto terrorista no son musulmanes». Por lo tanto, hay una manipulación de un lado y del otro: ya sea para que el islam asuste o para justificar horribles actos de terrorismo.
Usted afirma que el islam es una religión pacífica, pero los islamófobos y los islamistas radicales creen que es sinónimo de guerra. ¿Qué les respondería?
El islam nunca ha sido una religión de guerra. En este libro, comienzo con textos coránicos que dicen claramente: «El que mata a un alma es como si matara a toda la humanidad. El que da vida a un alma es como si se lo diera a toda la humanidad”. Por lo tanto, el islam toma la vida y no la muerte, en contra de lo que nos dicen hoy estos grupúsculos, que -afortunadamente- no son la mayoría y que predican el odio a los demás. Los extremos se encuentran, se alimentan el uno del otro.
«El terrorismo no tiene nacionalidad ni religión»
En los recientes atentados en Cataluña, los terroristas eran de origen marroquí (aunque todos criados en España) y los analistas intentaron buscar en esa procedencia una de sus motivaciones para matar. ¿Cree que eso forma parte de la explicación?
Primero: el terrorismo no tiene nacionalidad ni religión. Eran de origen marroquí pero vivían en España y eran, en su mayoría, ciudadanos españoles. Y también los otros perpetradores de los ataques en Bélgica y Francia, ciudadanos europeos.
Creo que ahí está el error, el de tratar de pegar esa responsabilidad a un país, a un origen étnico o a una religión. Yo abogo por una responsabilidad compartida, todos somos responsables hoy de este fenómeno que nos amenaza a todos. Los marroquíes también han pagado un alto precio; y en (toda) África, y en otros lugares.
En otro libro, «L’origine» (El origen), trato de explicar el porqué. Es un conjunto de elementos. No creo que haya una receta mágica para decir «éste es el responsable», tampoco hay una solución única. Hay una manipulación de la religión, pero también hay razones sociales que deben afrontarse, porque no debemos permitir que los problemas sociales absorban a los jóvenes y se conviertan en presas fáciles para los reclutadores de la muerte.
«El islam y lo común universal » es el título del libro que presenta ahora. ¿Qué tres cosas destacaría que los musulmanes, los judíos y los cristianos tienen en común?
Son las tres religiones monoteístas, adoramos al mismo Dios. Un gran jesuita, Pierre de Chardin, dijo: «Todo lo que sube, converge». Así que convergemos en el mismo Dios.
El islam es una religión como cualquier otra. Creo que hay muchas cosas que nos unen y muy pocas cosas que nos separan. Adoramos al mismo Dios, tenemos actos de adoración que se encuentran en las tres religiones.
Como creyentes tenemos que afrontar los grandes desafíos de nuestro siglo. La humanidad hoy está amenazada por el cambio climático, las guerras, la familia … En el pasado, cristianos, musulmanes y judíos contribuyeron al desarrollo de la civilización, especialmente en España.
Se habla de Andalucía como el «paraíso en la tierra», donde las tres religiones coexistieron perfectamente y de una manera bastante positiva. Los judíos, los musulmanes y los cristianos, que dieron Toledo, Córdoba, Sevilla y que dieron Sicilia en Italia, pero también Fez y Marrakech … la historia tiene muchos ejemplos para (poder) vivir juntos.
El siglo XIII vio la derrota de Navas de Tolosa en 1212. Hubo 1.100 tratados de paz y comercio entre las dos orillas del Mediterráneo en un momento en que no había medios de comunicación como los de hoy. Hubo mucho intercambio y fluidez entre las dos orillas del Mediterráneo. A pesar de las tecnologías actuales, hoy no hemos alcanzado este nivel.
«Los medios solo hablan cuando hay atentados. Así dejamos el campo libre para los xenófobos”
Usted trabajó por el diálogo intercultural en Francia y Bélgica, dos países con buenos resultados electorales para los partidos políticos anti musulmanes. ¿En qué cree que Marine Le Pen y Geert Wilders, líderes de la extrema derecha en los respectivos países, tienen éxito?
Hay varios factores. Están tratando de cultivar el temor al islam, pero hay otras razones: económicas, problemas sociales. Marine Le Pen no tiene planes para la sociedad francesa, no tiene solución para la crisis de ese país. Así que asustar a los votantes es la mejor manera de atraer cierta cantidad de electores, que a veces pierden la confianza en el aparato político.
Creo que también que los medios también juegan un papel muy importante: solo hablan de los trenes que llegan con retraso, solo hablan cuando hay atentados, cuando hay un imán que hace una pequeña declaración … pero cuando hay cosas que unen a todos los creyentes, todas las culturas, no lo publican. Creé muchas iniciativas en Francia de interculturalidad, interreligiosidad, pero nadie habla de eso. Así dejamos el campo libre para los xenófobos, para los fascistas.
¿Cree que estos son los mismos problemas por los que Francia y Bélgica han visto crecer a los adeptos al Daesh?
Sí, en algunos barrios hay muchos problemas: jóvenes que no están escolarizados, que no tienen trabajo, con desconocimiento de la religión, con crisis de identidad… No hemos hecho mucho para solucionarlo, tanto los países de acogida o como los de origen. No hemos hecho lo necesario para acompañarlos, para permitir a estos jóvenes acceder a su identidad y encontrar cierto equilibrio en su interior. Hoy los dejamos solos. Y, obviamente, los fundamentalistas, los terroristas reclutan en estos entornos, donde viven en situaciones de fragilidad.
Y cuando habla con las autoridades para hacer algo por el diálogo, ¿qué le dicen?
Mucha gente en Europa habla de ‘desradicalización’ como un sistema para lidiar con este fenómeno del Daesh y otros grupos, a lo que no doy mucho crédito. Se requiere mucho trabajo, mentalidades y todos los actores deben trabajar en la misma dirección. Desde la familia, la sociedad, la escuela, los partidos políticos, los medios de comunicación y el mundo académico … todos deberíamos remar en la misma dirección. Nos enfrentamos a seres humanos y debemos abordarlos en su totalidad: (teniendo en cuenta los aspectos) materiales, psíquicos e intelectuales.
¿Qué le diría a un radical, ya sea islamófobo o islamista fundamentalista, si tuviera uno frente a usted?
Le diría: «Soy como tú, soy un ser humano como tú. No deberías odiarme o matarme, porque al matarme te matas a ti mismo, y odiándome, te odias a ti mismo. Nos necesitamos el uno al otro. No podremos seguir viviendo en este planeta si tratamos de rechazarnos mutuamente; la única alternativa que tenemos es respetarnos y trabajar juntos».
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