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La ingeniera musulmana que construyó un templo para todos sobre las ruinas del Pentágono del 11S

Manal Ezzat, 2ª por la derecha, en un acto del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EEUU en 2014. US Army Corps of Engineers

Manal Ezzat salió corriendo como tantos otros compañeros del Pentágono después de que un avión pilotado por terroristas se estrellara contra la sede de la Defensa de Estados Unidos aquel 11 de septiembre de 2001. 184 personas no lograron huir.

Cuando a esta ingeniera le encomendaron la reconstrucción de la parte dañada del Pentágono, estaba claro que no lo destinarían a meras oficinas, como eran antes del atentado, relata The Washington Post. Nadie querría tener su despacho allí.

Hoy la parte atacada del Pentágono es un lugar para la memoria, incluido un lugar de oración donde todos los empleados y visitantes del Pentágono creyentes en una fe u otra se sintieran acogidos y pudieran rezar. Y sin miradas acusadoras, pues tras los ataques de Al Qaeda el 11S en Washington y Nueva York, Ezzat oyó comentarios despectivos de sus compañeros en los pasillos. Ella lideró el equipo que se encargó de darle forma a esta capilla para todos.

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“A nivel personal, oí cosas, cosas negativas… Lo oías en los pasillos: ‘Esos idiotas hicieron esto y lo otro’. Me hizo daño”, ha reconocido al periódico estadounidense. Le apetecía responder que los terroristas eran solo unos pocos y que no representaban en absoluto su religión. Pero no entró al trapo.

Con ese ambiente, reconoce que tenía miedo, al ser una trabajadora musulmana en el Pentágono. Ezzat estaba «enfadada» por las personas que fueron asesinadas; y también «enfadada por lo que [los terroristas] le hicieron al islam».

Jim Mattis, el entonces secretario de Defensa de EEUU, visita la capilla en 2017. © Jette Carr/Dpcho. Secretario de Defensa y Asuntos Públicos

Un equipo de funcionarios públicos con Ezzat al mando consiguió llevar a cabo el reto de erigir un templo común. Ahora, 18 años después de los atentados, a las puertas de este oratorio en el Pentágono una tabla muestra los distintos horarios de culto para católicos, griegos ortodoxos, hindúes, musulmanes, judíos, budistas… Y permanece abierta para el recogimiento personal el resto del tiempo.

Qawiy Abdullah Sabree es un experto en ciberseguridad y trabajador del Pentágono que acude todos los días a rezar aquí. Comenta a The Washington Post que es habitual rezar mientras a su lado reza una persona de otra religión. Él es musulmán y cuenta que el 11S a punto estuvo de perder la vida; solo le separaban unos pasos de compañeros que fueron asesinados por el avión kamikaze. “Es algo que no se olvida. Este lugar donde está la capilla es un recordatorio”, añade.

La vidriera que preside la sala reza “Unidos en la memoria. 11 de septiembre de 2001. “Se puso mucho sentimiento en este esfuerzo”, ha reconocido Manal Ezzat al diario capitalino. “Lo único que queríamos era convertirlo en un lugar de paz que pudiera ayudar a borrar [de aquí] la tragedia”.

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