Al menos 45 niños han fallecido a causa de los ataques contra iglesias y hoteles en Sri Lanka el pasado domingo, según datos recabados por Unicef. Hay al menos otros 45 heridos.
El niño más pequeño muerto en los atentados reivindicados por Daesh tenía tan solo 18 meses.
Entre los heridos, «muchos están luchando por su vida en unidades de cuidado intensivo en todo el país», ha indicado la agencia de protección de la infancia de Naciones Unidas. Algunos de ellos han perdido a uno o a ambos progenitores.
Unicef tiene constancia de la muerte de 27 niños por la explosión en la iglesia de San Sebastián, en Katuwapitiya (Negombo); otros 10 menos quedaron heridos en este lugar. Otros 13 niños perdieron la vida en Baticaloa. Entre ellos se encuentra el más pequeño de las víctimas, el pequeño de 18 meses. Además, a causa de ese ataque, 15 menores más de entre 7 y 16 años están ingresados.
Se ha confirmado la muerte de 5 niños de nacionalidad extranjera y 20 niños más están hospitalizados, cuatro de ellos en la UCI, por culpa de las explosiones en Colombo.
Unicef señala que «algunos» hospitales donde se encuentran menores ingresados están faltos de «suministros médicos esenciales». Además, hay menores que han quedado separados de sus padres y precisan ayuda técnica o económica para poder reencontrarse.
Unicef ha manifestado una profunda tristeza «por la terrible violencia contra familias, incluidos niños» y ha condenado los atentados de forma contundente. «Ningún niño debería experimentar una situación tan desgarradora, y ningún padre debería perder a sus hijos bajo estas terribles circunstancias», ha concluido en un comunicado.