Karma es un reto al espectador. Una cinta valiente en la que nada es lo que parece. ¿O sí? Dos mundos aparentemente incompatibles se unen en un juego de ensoñaciones en este thriller egipcio.
Hay hueco para todo: luchas de poder, truculentas relaciones de pareja e incluso críticas al régimen, que le valieron al cineasta y parlamentario egipcio Khaled Youssef un veto inicial a su cinta por la censura en Egipto. Finalmente se levantó la prohibición de esta producción y Karma fue un éxito en las salas de los países árabes donde se proyectó desde 2018 (ver tráiler).
Los fantasmas de Adham al-Masry, el más rico y admirado empresario de Egipto, frente a su yo más pobre, Watani Mina Abdel Malak; cada uno envidiando algo que posee el otro. No solo su estatus social y económico los define, sino también su religión: uno es musulmán; el otro, cristiano copto. Adham y Watani, interpretados ambos por Amr Saad, intercambiarán sus vidas por un golpe inesperado y tendrán que enfrentarse a las luces y sombras de quien soñaban ser.
El director del largometraje participó en la Revolución del 25 de enero de 2011 en la que la central plaza Tahrir de El Cairo bullía de ciudadanos pidiendo justicia social y el fin del régimen de Hosni Mubarak. Ahora, en su primer largometraje tras 7 años de silencio cinematográfico, quien hoy también es parlamentario en Egipto quiere remover conciencias y reivindicar la igualdad en la sociedad egipcia.
Así lo explicó esta semana tras el estreno de Karma en España, en la sede de Casa Árabe en Madrid. Ahí Youssef compartió sus impresiones con los espectadores. Tras aquella revolución que formaría parte de la denominada Primavera Árabe, “de repente, falló todo y aumentaron las diferencias de clase”, ha expuesto Youssef en Madrid.
Karma resulta sorprendente y desconcertante, y Youssef reconoce que es uno de sus objetivos: “Procuro plantear preguntas inquietantes para que el espectador se preocupe de pensar en el ser humano”.
No se cortó tampoco a la hora de abordar explícitamente “los dos tabúes” de la sociedad egipcia, según dicen en la propia película: “la religión y el régimen”, corruptelas incluidas. Una apuesta valiente en un país cuyo régimen actual finalmente le permitió mostrar sus críticas en la gran pantalla.
“Es el ser humano quien establece esas diferencias entre unos y otros, y eso es lo que lleva a matar”
Ricos frente a pobres. Musulmanes frente a cristianos coptos, una numerosa minoría en su país. Youssef defiende que “es el ser humano quien establece esas diferencias entre unos y otros, y eso es lo que lleva a matar”. Frente a las noticias que llegan puntualmente a España, de atentados terroristas en Egipto contra cristianos coptos, este cineasta defiende que en Egipto la convivencia entre religiones habitualmente no es un problema y rige la moderación en la religión. “El fanatismo cristiano y musulmán que muestra la película es algo nuevo en la sociedad egipcia”, sostiene. Y según él, basta con aplicar la Ley como primer paso para evitar los enfrentamientos sectarios.
Para Khaled Youssef la clave para una convivencia pacífica real entre las distintas religiones en el mundo en general debe partir de la comunicación, que a su juicio hoy en día es defectuosa dentro de las propias religiones. Y en esa comunicación resultará crucial, dice, “escuchar todas las ideas” de gobiernos, asociaciones civiles y demás actores sociales.
El próximo 14 de febrero se volverá a proyectar Karma en sala de Casa Árabe en la capital; de momento, la única opción para verla en España, pues no hay hasta ahora ningún acuerdo de distribución en cines. El próximo proyecto de Youssef es una película sobre Al Ándalus, y aprovechará su visita a Madrid para buscar nuevas y constructivas miradas a los 800 años de presencia y gobierno árabe en la península ibérica.
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