Se suele resumir como ley o derecho islámico, pero la definición de ‘sharía‘ no resulta tarea fácil a los expertos ni todos los musulmanes considerarán las mismas normas como parte de ésta.
La palabra “sharía” significa camino o senda en árabe e implica “la suma total de deberes, obligaciones y guías para los musulmanes”, según lo describe Azim Nanji en su Dictionary of Islam (Ed. Penguin Books). Establece la relación del individuo con Dios y con el prójimo además de los valores éticos por los que debe regirse la sociedad. Para un creyente musulmán, la sharía supone la “vía que Dios indica a la Humanidad para que cumpla su voluntad y cuyo seguimiento provee la salvación”, define Luz Gómez en su Diccionario de islam e islamismo (Ed. Trotta).
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Fue tomando forma a partir del Corán, la escritura sagrada para los musulmanes que según el islam es la palabra de Dios. También se construyó a partir de la sunna o tradición, basada en las experiencias y mensajes atribuidos al principal profeta del islam, Mohammed (los hadices). Un tercer elemento es el fikh o la jurisprudencia establecida por pensadores musulmanes de referencia en cada época y lugar, que pone sobre el papel las normas. Por otra parte, no conviene olvidar que en el islam existen distintas escuelas o corrientes.
“No se pretendía (…) que fuera un sistema fijo de reglas y regulaciones rígidas. En la sharía siempre hubo el objetivo más amplio de mashala, el bien común, que permitía a los estudiosos musulmanes interpretar y aplicar la sharía en relación a las condiciones existentes y a los lugares”, señala Nanji en su diccionario.
Expertos de este y el otro lado del Mediterráneo reunidos en Granada en un congreso sobre la sharía en el siglo XXI coinciden en que la sharía debe partir siempre de esa premisa histórica de la adaptación al tiempo y al lugar, como todo sistema jurídico. Ahora especialmente teniendo en cuenta las sociedades diversas y el mundo globalizado.