La ONG asegura que no puede mantener el Premio Embajadora de Conciencia que concedió a Aung San Suu Kyi en 2009 «ante la vergonzosa traición de la lideresa de Myanmar a los valores que antaño defendió». La Nobel de la Paz está en el punto de mira desde hace dos años por permitir lo que la ONU ha calificado de «intento de genocidio» contra la minoría musulmana rohingya en su país.
Amnistía Internacional ha anunciado que el 11 de noviembre su secretario general, Kumi Naidoo, escribió a Aung San Suu Kyi para informarle de la decisión. Naidoo le comunicó la decepción de la organización por que «ocho años después de ser puesta en libertad del arresto domiciliario y a mitad de su mandato, no hubiera utilizado su autoridad política y moral para salvaguardar los derechos humanos, la justicia y la igualdad en Myanmar», ha indicado la ONG defensora de los derechos humanos en un comunicado.
Naidoo le ha reprochado no actuar para defender a los rohingya desde su puesto de presidenta de facto frente a los crímenes cometidos por el Ejército en su país. “Hoy nos sentimos enormemente consternados porque ha dejado de ser un símbolo de esperanza, valentía y defensa imperecedera de los derechos humanos. Amnistía Internacional no puede justificar que continúe siendo receptora del Premio Embajadora de Conciencia, por lo que, con gran tristeza, por la presente se lo retiramos”, le escribió.
«Ha dejado de ser un símbolo de esperanza, valentía y defensa imperecedera de los derechos humanos. Su Administración ha participado activamente en la comisión o perpetuación de múltiples violaciones de derechos humanos»
Desde que Aung San Suu Kyi se convirtió en la lideresa de facto del Gobierno civil de Myanmar en abril de 2016, «su Administración ha participado activamente en la comisión o perpetuación de múltiples violaciones de derechos humanos», ha lamentado Amnistía Internacional.
Un informe de Naciones Unidas publicado en agosto constató asesinatos en masa y violaciones en grupo cometidos por el Ejército contra esta etnia, que ha tenido que huir a Bangladesh. «Los crímenes cometidos en el estado de Rajine, y la manera en la que fueron perpetrados son similares en su naturaleza, gravedad y alcance a aquellos que han permitido establecer un genocidio en otros contextos», dice el documento de la Misión Internacional de Investigación de la ONU. El texto habla de un intento de “destrucción, total o parcial, de un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”.
Aung San Suu Kyi fue símbolo de la oposición democrática contra el régimen totalitario de la antigua Birmania y tuvo que pagar con un largo arresto domiciliario su activismo. Pero desde que su partido ganara los primeros comicios en los que el Ejército permitió aparentemente cierta apertura democrática en el país, han sido numerosos los reproches de organismos y ONG humanitarios a la gestión -o falta de ella- por parte de Suu Kyi.